Condenados al fracaso; Por Omar González Moreno / @omargonzalez6

Mar de Fondo

Han pasado casi diez meses desde aquel 28 de julio de 2024, el día en que se perpetró el mayor robo electoral de la historia de Venezuela.

Ese día, la tiranía de Nicolás Maduro orquestó una maniobra descarada para perpetuarse en el poder, pisoteando la voluntad de un pueblo que, con valentía, acudió a las urnas para exigir un cambio frente a un régimen que ha destruido y saqueado al país.

Sin embargo, lo que parecía un intento de cerrar este sombrío capítulo de la historia venezolana no ha hecho más que avivar la llama de la lucha por la libertad, la democracia y la prosperidad.

La verdadera oposición, liderada por María Corina Machado —la legítima líder elegida con contundencia en las primarias de octubre de 2023—, demostró ante Venezuela y el mundo la abrumadora derrota que el pueblo le propinó a Nicolás Maduro, incluso bajo sus propias reglas.

Sin embargo, frente a ella y a la inmensa mayoría de los venezolanos, no solo se alzó la dictadura de Maduro, sino también una falsa oposición que, aliada al chavismo, se ha convertido en otro obstáculo en el camino hacia la libertad.

La historia nos enseña que la verdad y la justicia nunca se doblegan.

El descarado fraude electoral de julio de 2024 no fue solo un ataque a la democracia venezolana, sino una bofetada a la esperanza de millones que, tras años de opresión, miseria y éxodo, creyeron que el cambio podía conquistarse en las urnas.

Las imágenes de colas interminables en los centros de votación, de ancianos y jóvenes desafiando el miedo, de una nación unida bajo la bandera de la libertad, contrastaron brutalmente con las cifras manipuladas y la aberrante proclamación de Maduro como falso "ganador".

Organismos internacionales, desde la OEA hasta la Unión Europea y la ONU, condenaron el proceso, mientras el pueblo venezolano, con legítima indignación, salió a las calles a reclamar su victoria.

En medio de este robo descarado, María Corina Machado emergió nuevamente como el faro que ilumina el camino hacia la verdad.

Con una determinación inquebrantable, ha enfrentado no solo al régimen, sino también las traiciones de una oposición cómplice que, en su afán por negociar migajas de poder, ha intentado deslegitimar su liderazgo.

Esta "falsa oposición", que ha pactado en las sombras con el chavismo, se ha convertido en un enemigo tan peligroso como el propio Maduro.

Sin embargo, su maniobra para borrar el triunfo de los demócratas venezolanos y a María Corina del escenario político está condenada al fracaso, porque no se puede apagar la luz de quien representa la voluntad de todo un pueblo.

María Corina no es solo una líder; es el símbolo de la resistencia, la encarnación de la certeza del desplome de la dictadura.

Su liderazgo, legitimado por millones de votos en las primarias opositoras, no se basa en acuerdos de élite ni en negociaciones a puertas cerradas.

Es un mandato nacido de las entrañas de un pueblo agotado de promesas vacías, que encontró en ella una voz auténtica, firme y valiente.

Cada intento del régimen y sus aliados por desacreditarla —desde la inhabilitación ilegal hasta las campañas de difamación— no ha hecho más que fortalecer su conexión con los venezolanos.

María Corina Machado y sus seguidores han recorrido el país enfrentando amenazas, persecuciones y el constante asedio del régimen.

Han llevado su mensaje a los barrios, a las comunidades olvidadas, a quienes lo han perdido todo menos la dignidad.

Su presencia es un recordatorio constante de que el fraude no apagó la lucha, sino que la transformó en una fuerza aún más poderosa.

Mientras Maduro y sus cómplices intentan pasar página, ellos escriben un nuevo capítulo, uno donde la verdad no puede ser silenciada.

El régimen chavista, con su maquinaria de represión y propaganda, cree que el tiempo jugará a su favor, que el cansancio y la desesperanza doblegarán a los venezolanos.

Pero subestima la fuerza de un pueblo que, a fuerza de dolor, ha aprendido que rendirse no es una opción.

Maduro, atrincherado en un poder ilegítimo, y la falsa oposición, que se presta al juego del régimen, enfrentan un destino inexorable: el fracaso.

Porque no se puede gobernar contra la voluntad de un pueblo, no se puede apagar la verdad con mentiras, ni se puede detener a una líder que lleva en su corazón el clamor de millones.

El intento de pasar página tras el fraude de julio de 2024 es una ilusión destinada a desmoronarse.

Cada día que pasa, la legitimidad de María Corina Machado crece, mientras el régimen y sus aliados se hunden en su propio pantano de corrupción y traición.

La comunidad internacional, los venezolanos en el exilio y, sobre todo, los que resisten dentro del país, saben que el cambio no es solo posible, sino inevitable.

Cada protesta, cada grito de "¡libertad!", cada paso de María Corina Machado, es un ladrillo en la construcción de un país que renacerá de sus cenizas.

El fraude de 2024 no fue el fin, sino el comienzo de una nueva etapa en la lucha por la democracia.

El chavismo y sus cómplices podrán intentar reescribir la historia, pero los venezolanos, con María Corina a la cabeza, están decididos a escribirla con la verdad.

El robo de las elecciones presidenciales es una herida abierta, pero también un recordatorio de que la lucha continúa. María Corina Machado, con su coraje y claridad, nos enseña que no hay fraude que pueda apagar la voluntad de un pueblo, ni traición que pueda detener el avance hacia la libertad.

Venezuela no se rinde, y su líder, la verdadera, camina junto a ellos, imparable, hacia un futuro que ya comienza a despuntar en el horizonte.

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