La decisión de no rendirse; Por Omar González Moreno / @omargonzalez6
Voces de Libertad
Asediados en una sede diplomática convertida en prisión, donde la opresión del régimen de Nicolás Maduro intentó por todos los medios sofocar la libertad y la dignidad humana, surgió una fuerza indomable: la decisión inquebrantable de no rendirse.
Esta es la historia de quienes, enfrentados a la tiranía criminal del régimen de Maduro en Venezuela, elegimos resistir hasta el final.
Entre ellos me encuentro yo, uno de los asilados en la Embajada de Argentina en Caracas, parte de un grupo que, con la consigna de luchar hasta el final, desafió el miedo y la persecución para defender la justicia y la verdad.
La tiranía de Maduro y sus secuaces no es solo un sistema político; es una maquinaria de represión diseñada para doblegar voluntades, silenciar voces y aplastar esperanzas.
Sus abusos son incontables: detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos, censura y un desprecio absoluto por los derechos humanos.
En este contexto, decidir no ceder ante el terror es un acto que trasciende lo personal y se convierte en un acto de resistencia colectiva.
Los asilados en la Embajada de Argentina no somos distintos de los millones de venezolanos que, durante más de un cuarto de siglo, el régimen chavista ha intentado someter por la fuerza.
Somos parte de un pueblo que se niega a ser subyugado.
El asilo en la embajada no fue un refugio pasivo, sino un bastión de lucha activa.
Cada día entre esas paredes representó un desafío al régimen.
Estar allí, bajo constante vigilancia, amenazas y hostigamiento, no era solo una cuestión de supervivencia, sino una declaración de principios: no nos rendiremos.
La incertidumbre, el aislamiento y la presión psicológica impuesta por el régimen intentaron quebrarnos, pero en cada uno de nosotros ardía una convicción más poderosa que cualquier coerción: la libertad no se negocia, y la justicia no se doblega.
La resistencia en la embajada fue un microcosmos de la lucha del pueblo venezolano.
Cada asilado llevaba consigo las historias de miles que, en las calles, en sus hogares, en la cárcel o en el exilio, también se niegan a aceptar la sumisión.
Luchar hasta el final no es solo una consigna; es una forma de vida. Es levantarse cada mañana sabiendo que el precio de la libertad puede ser alto, pero que el costo de la rendición es infinitamente mayor.
Es mirar a los ojos a la tiranía y decirle, con acciones y no solo con palabras, que no tiene poder sobre el espíritu humano.
Esta lucha no está exenta de sacrificios. Las familias separadas, los sueños postergados y las vidas en constante peligro son el precio que pagamos. Pero cada sacrificio fortaleció nuestra resolución.
La tiranía puede encarcelar cuerpos, pero nunca podrá aprisionar la voluntad de un pueblo que ha decidido ser libre.
Los asilados en la Embajada de Argentina, junto a millones de venezolanos, somos prueba viviente de que la resistencia no es un acto aislado, sino una cadena de decisiones que se entrelazan para formar un movimiento imparable.
Hoy, mientras escribo estas palabras, en una libertad, no negociada, sino conquistada, rindo homenaje a todos los que, dentro y fuera de Venezuela, continúan esta lucha: los que marchan en las calles, los que están injustamente presos, los que alzan su voz desde el exilio, los que, desde el anonimato, desafían al régimen con pequeños pero significativos actos de rebeldía.
La decisión de no rendirse es un faro que ilumina el camino hacia un futuro donde la tiranía será solo un recuerdo amargo.
A ti, que lees estas líneas, te digo: la lucha contra la opresión no es solo nuestra, es de todos.
Cada acto de resistencia, por pequeño que parezca, es una chispa que mantiene viva la certeza que esta dictadura como todas las demás es transitoria. Tiene los días contados.
No permitas que el miedo te silencie. No dejes que la injusticia te doblegue. No te prestes al circo de unas elecciones regionales simuladas. Como nosotros en la embajada, elige ser inquebrantable.
La lucha es hasta el final, porque en esa lucha reside la esencia de la libertad.
La tiranía de Maduro caerá, por la fuerza de un pueblo que decidió no rendirse.
Nosotros, los asilados, somos testigos y protagonistas de esa verdad. Y mientras sigamos de pie, mientras sigamos luchando, la victoria será inevitable. Porque la libertad, cuando se defiende con el corazón, siempre prevalece.
¡Luchar hasta el final es la consigna, y la cumpliremos!