Una Navidad de Fe y Esperanza para Venezuela

Queridos compatriotas venezolanos,

En esta Nochebuena, cuando la estrella de Belén brilla con más intensidad en nuestros corazones que en el cielo oscurecido por tantas adversidades, nos reunimos en familia —aunque sea a la distancia— para celebrar el nacimiento del Niño Dios, el Salvador que vino al mundo a traer luz en medio de las tinieblas.

Esta Navidad no es como las de antes. No abundan las hallacas ni los regalos bajo el árbol para muchos de nosotros, pero sí abunda algo mucho más poderoso: la fe inquebrantable de un pueblo que ha aprendido a resistir. Hemos sido llamados a librar una lucha espiritual profunda, no solo por recuperar la libertad de nuestra amada Venezuela, sino por defender los valores eternos de la cristiandad y la sagrada institución de la familia, que hoy más que nunca son atacados en el mundo entero.

Esta batalla no es solo política; es una guerra por el alma de nuestra nación. Luchamos para que nuestros hijos crezcan en un país donde se pueda rezar libremente, donde la familia sea el refugio inviolable, donde la verdad y la justicia prevalezcan sobre la mentira y la opresión. Venezuela no es solo una causa nacional: es un bastión de la fe en América Latina, y nuestra resistencia inspira a muchos que ven en nosotros la fuerza del espíritu humano iluminado por Cristo.

Hoy quiero agradecer, desde lo más profundo de mi corazón:

A ustedes que creen con firmeza, que rezan todas las noches por la libertad y nunca han perdido la esperanza en que el Señor escucha el clamor de su pueblo.

A los que, aunque no compartan nuestra fe, nos acompañan con respeto, con solidaridad y con la convicción de que la dignidad humana merece ser defendida.

A los que han luchado codo a codo, en las calles, en el exilio, en la clandestinidad, arriesgando todo por un futuro mejor.

A los que no han podido o no han querido estar en primera línea, pero nos observan, nos apoyan en silencio, con una oración, con un mensaje, con un pequeño gesto que muchas veces significa el mundo.

A todos los que, desde sus trincheras —sean grandes o pequeñas—, mantienen viva la llama de la confianza y siguen haciendo lo que les toca: educar a sus hijos en la verdad, ayudar al prójimo, resistir con dignidad, orar sin desfallecer.

Gracias, porque juntos formamos este pueblo invencible. Cada oración, cada acto de bondad, cada lágrima contenida y cada sonrisa compartida en medio de la dificultad es una victoria espiritual que acerca el día de la liberación.

Que esta Navidad el Niño Jesús nazca de nuevo en cada hogar venezolano. Que su luz disipe las sombras y fortalezca nuestros corazones para el año que comienza. Porque la libertad vendrá. Porque Venezuela resurgirá. Porque el bien siempre triunfa sobre el mal cuando un pueblo no pierde la fe.

Que Dios bendiga a Venezuela y a cada uno de ustedes.

¡Feliz Navidad, hermanos!

Con inmenso cariño y esperanza,
Pedro

Siguiente
Siguiente

Maduro encarcela adolescente para sembrar terror; Por Omar González Moreno / @omargonzalez6