Ancianos solitarios de Venezuela encuentran un salvavidas en la pista de baile: Historia de resiliencia y comunidad
La historia de estos ancianos se enmarca en el contexto más amplio de la crisis venezolana, que ha impulsado la salida de casi 8 millones de ciudadanos en los últimos años, según datos de las Naciones Unidas
Redacción Con información de Reuters
En medio de la crisis económica y migratoria que ha azotado a Venezuela durante años, un grupo de ancianos en Caracas ha encontrado un refugio inesperado en el baile. El Club Tobias, un espacio social para personas mayores de 60 años, se ha convertido en un lifeline vital para combatir la soledad que afecta a miles de seniors dejados atrás por la emigración masiva de sus familias. Según un reportaje de Reuters publicado el 28 de julio de 2025, este club no solo ofrece música y movimiento, sino también un sentido de comunidad que revitaliza vidas marcadas por el aislamiento. Fundado hace tres años, el club opera en 15 ubicaciones y reúne a participantes como Angela Graterol, de 93 años, quien asiste fielmente cada jueves a un centro comercial bullicioso de Caracas, donde el sonido de la música y las risas transforma el ambiente en un oasis de alegría.
La historia de estos ancianos se enmarca en el contexto más amplio de la crisis venezolana, que ha impulsado la salida de casi 8 millones de ciudadanos en los últimos años, según datos de las Naciones Unidas. Venezuela alberga a unos 3,5 millones de personas mayores, muchos de los cuales viven solos tras la partida de hijos y nietos en busca de mejores oportunidades en el extranjero. Esta migración ha exacerbado la soledad y la vulnerabilidad de los elderly, convertidos en "víctimas invisibles" de la crisis humanitaria, como lo describe un informe de HelpAge International de 2020. En ciudades como Maracaibo, la segunda más grande del país, un cuarto de la población ha emigrado, dejando barrios fantasma y familias fragmentadas. Además, una evaluación rápida de necesidades de HelpAge revela que los ancianos enfrentan desafíos como acceso limitado a alimentos, atención médica y apoyo emocional, agravados por la hiperinflación y la inestabilidad política.
El Club Tobias surgió precisamente para abordar esta soledad. Cofundado por Zandra Pedraza, de 77 años, y José Rafael Quintana, el club enfatiza el movimiento físico y social con el lema "Si no te mueves, te atasques". Pedraza explica: "Con la migración, muchos de nosotros los ancianos quedamos solos", destacando cómo el baile no solo combate el aislamiento, sino que también mejora la salud mental y física. Participantes como Graterol afirman que "la música me llena" y que sus pies "empiezan a moverse solos", describiendo cómo estas sesiones la han "devuelto a la vida". Juan Fuentes, un soldado retirado de 90 años, prepara sus canciones favoritas y anota letras para no olvidarlas, encontrando en el club un propósito diario pese a vivir solo con familiares en el exterior. Estudios sobre danza social para seniors, como uno de Lesley University, confirman que actividades como el baile en pareja reducen la soledad al fomentar un sentido de pertenencia y conexión comunitaria.
Esta iniciativa no es única, pero resalta en un país donde los programas para ancianos son escasos. Refugiados venezolanos mayores en Estados Unidos también enfrentan luchas similares, con estrés emocional por políticas migratorias inestables y dificultades para acceder a servicios básicos. En América Latina y el Caribe, más de 4 millones de migrantes venezolanos luchan por cubrir necesidades esenciales como alimento, vivienda y empleo formal, según el ACNUR. El Club Tobias representa una respuesta grassroots, transformando la isolation en camaradería a través del ritmo y el contacto humano, y demostrando que la alegría no tiene límite de edad.
La noticia ha resonado en redes sociales como X, donde usuarios comparten la historia como un ejemplo conmovedor de resiliencia ante la migración masiva. Publicaciones destacan cómo el club ofrece no solo baile, sino un fuerte sentido de comunidad, con reacciones que van desde celebraciones por el impacto positivo hasta reflexiones sobre las consecuencias emocionales de la diáspora venezolana. En resumen, mientras Venezuela navega por su crisis continua, iniciativas como esta subrayan el poder del arte y la socialización para sanar heridas profundas, ofreciendo esperanza a una generación a menudo olvidada.