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Manuel Rosales: "Ningún grupo puede desaparecer al otro"

Manuel Rosales: "Ningún grupo puede desaparecer al otro"

Manuel Rosales está convencido de que su tarea no es crear más conflictos ni divisiones, sino ayudar a los venezolanos a superar la crisis que atraviesa el país

Con información de El Universal

El diario El Universal, realizó extensa entrevista al exgobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, quien ha venido sosteniendo una postura que trasciende a su partido Un Nuevo Tiempo y que busca el encuentro, la negociación y el entendimiento entre los extremos para ofrecerle soluciones concretas a los problemas de la gente.

Luego de seis años en el exilio y más de un año de cárcel en una prisión militar, Manuel Rosales regresa al ruedo a reclamar su espacio político en una Venezuela convulsionada. Pero su regreso no ha sido fácil ni cómodo. Recibe el fuego cruzado desde los extremos, unos que lo señalan que cambió su libertad mediante un pacto oculto con el oficialismo, mientras desde el Gobierno le mantienen un proceso judicial que lo obliga a presentarse cada 15 días ante un tribunal y le prohíbe salir del país. La razón de los ataques en su contra es una postura que trasciende a su partido Un Nuevo Tiempo y que busca el encuentro, la negociación y el entendimiento entre los extremos para ofrecerle soluciones concretas a los problemas de la gente.

- Luego de ese retiro obligatorio, ¿cuál es el país que encuentra en estos pocos días que lleva en libertad?

- Un país congelado en el tiempo, en medio de un gran conflicto, una gran controversia  política que cada día nos consume y nos conduce a los caminos inciertos de la regresión y el atraso, que lamento profundamente.

Creo que el objetivo de la democracia, el sentido de la existencia de los partidos políticos, y la justificación de los liderazgos se  fundamentan en conducir, diseñar y construir los caminos de paz y prosperidad a la sociedad, y creo que esa es la obligación  que tenemos los líderes políticos de todos los sectores en Venezuela.

Podemos tener profundas diferencias pero hay que buscar los puntos de encuentro en función  de sacar al país de este drama, de esta crisis grave que está transitando.

-¿Cuál es su situación actual luego de este regreso del exilio y su salida de prisión, cuando persisten amenazas de inhabilitación de una parte y severos cuestionamientos de quienes están en su mismo lado?

-Estoy activo y profundamente comprometido con la lucha social en el país. Tengo limitaciones como prohibición de salida de Venezuela, y presentación cada 15 días ante un tribunal. Estuve más de 6 años en el exilio, más de un año preso, y bueno, no aspiro que los extremistas que militan en la violencia me aplaudan porque soy demócrata, profundamente convencido de que la salida  de esta crisis como en todas las sociedades comienza y termina en un diálogo y una negociación política. Y de allí no me van a sacar con guerra sucia, no me van a sacar con calumnias ni me van a perturbar en cuanto a esa idea. Ese pueblo que muchas veces me ha dado su aval, es el mayor compromiso de un hombre y el de un líder.

Ahora muchas personas desde una poltrona, desde alguna capital de un país importante del exterior  con su vida cómoda y placentera quisieran que yo estuviera condenado de por vida. Yo quisiera que al menos pasaran un día presos, un día nada más.

-Hubo un contundente triunfo de la oposición en diciembre de 2015 en las elecciones parlamentarias que significó un momento estelar para el sector democrático. ¿Cómo encuentras hoy a la oposición?

-Después de la victoria parlamentaria, apoteósica, glamorosa, de la oposición, el balance al día de hoy es muy negativo para el pueblo en general y para los dos sectores. En ese año no ha ganado ni el Gobierno ni la oposición porque se mantuvo el conflicto. Se impuso la tesis de los radicales de un lado y del otro que pretenden aplastar al adversario, que pretenden desaparecerlo, lo cual me parece a mi una temeridad y una torpeza mayor. En política no existe el arrase. Ningún grupo puede desaparecer al otro. En los tiempos de la llamada Cuarta República, se pretendió barrer todo lo que significara el marxismo leninismo, en cualquiera de sus manifestaciones. Bueno y allí están en el Gobierno, ya llevan 18 años. Y ahora cuando asumen el poder en Venezuela, el chavismo o el socialismo como se conocen en Venezuela, pretendieron barrer todo lo que significaba una expresión democrática o de lucha en lo que representa la idea de la expresión de libertad. Y aquí está. De tal manera que es un gravísimo error.

La gente está cansada, de la retórica violenta, que se le repita constantemente el repertorio de problemas que padece sin presentar soluciones y que el discurso político solo sea para la ofensa, para la  diatriba y hasta para las obscenidades, cuando el discurso político debería ser para el debate de las ideas y la búsqueda de las soluciones.

-En la oposición se expresan posturas que buscan una vía rápida para el cambio y otros que se inclinan a la negociación en una mesa de diálogo. Pero enfrente hay un Gobierno que controla todos los poderes, desconoce a la Asamblea Nacional y encarcela a los disidentes ¿Se pueden encontrar caminos y negociar en esas condiciones?

-En encrucijadas tan conflictivas como la que tenemos, la historia es una referencia muy importante. Está el caso emblemático, en cuanto a una lucha de naturaleza racial, como fue Mandela, quien estuvo 28 años preso y fue expuesto al escarnio público hasta por su propio partido, cuando planteó la necesidad de un acuerdo, de un diálogo al final Mandela logra y triunfa en el camino del diálogo y la negociación y quien fuera su carcelero y su perseguidor más enconado terminó siendo su vicepresidente cuando ganó las elecciones. Tenemos también el ejemplo de Centroamérica. Después de más de 100 mil muertos tuvieron que sentarse a dialogar cuando debieron haberlo hecho antes de los muertos. En Chile luego de la dictadura de Pinochet, a través de un acuerdo político se logra salir de la dictadura con algunos espacios que se cedieron de lado y lado. Bueno esa es la sociedad, ese es el don del ser humano, el de hablar, de razonar, de analizar y buscar solución a los problemas.

Nosotros no creemos que la violencia puede ser la solución así nos combatan con todos los mecanismos de la guerra sucia pretendiendo descalificar.  Nosotros creemos que la salida es la ruta electoral. Unos las quieren torcer pero es a través del voto que se pueden encontrar los caminos de la prosperidad y el entendimiento.

-¿Usted percibe dentro de la dirigencia chavista factores que estén dispuestos a negociar aspectos económicos y sociales para mejorar la situación del país y permitir a mediano plazo una transición a través de un proceso electoral?

- Nuestro país es como todas las sociedades con facetas políticas.  En Venezuela hemos establecido la posibilidad de una negociación, de un diálogo a partir de la garantía que representa el Vaticano, de los tres ex presidentes y de organizaciones internacionales como Unasur, el Grupo de Los Siete, La Unión Europea, o la OEA. Ellos serían los garantes y los responsables de que los acuerdos se cumplan. Pero, si no hay la voluntad política, y se va a jugar con una carta bajo la manga, con una daga escondida, para cruzarle el pecho al adversario, no vamos a llegar a ningún lado, porque el balance de este conflicto, de esta guerra verbal, de descalificación, es negativo para el pueblo.

-¿Cuáles son las propuestas que UNT está llevando a la unidad?

Nosotros creemos, que en este momento Venezuela exige propuestas claras, no podemos seguir haciendo las políticas de fuegos artificiales con propuestas que hacen mucho ruido, que iluminan el entusiasmo y las aspiraciones de la gente y después se apagan.

Planteamos concretamente el calendario electoral. Elecciones de gobernadores, elecciones de alcaldes y elecciones presidenciales, todo como lo establece La Constitución. Segunda propuesta. No podemos pensar que la lucha no puede ser solo un calendario electoral cuando tenemos un problema grave de escasez de alimentos y medicinas. Debemos aprobar una figura  que permita, a través del crédito internacional,  que ingresen al país suficientes alimentos y medicinas  para solucionar parcialmente esta crisis que estamos viviendo. En tercer lugar, el tema institucional. El presidente Maduro, del TSJ y la Asamblea Nacional, tienen la obligación ante el país, de concertar acuerdos que permitan el funcionamiento de los poderes y las instituciones en el país para generar los mínimos controles y equilibrios necesarios y eso se logra a través de las conversaciones y los acuerdos y de la discusión clara. ¿Quién gana y quién pierde con la paralización institucional en el país? Perdemos todos. Los que están gobernando aspiran a tener una República que funcione y los que están aspirando a gobernar no queremos recibir escombros y cenizas. La gente quiere saber para dónde va, cuál es la ruta y los políticos tenemos la obligación de decirle la verdad a la gente y para donde va.

-Líderes de la oposición han señalado que las condiciones en que se produjo el pasado intento de diálogo no eran equitativas y los acuerdos no se cumplieron.

-El problema más grave que tenemos en Venezuela es  el deterioro de la palabra.  Los que venimos de pueblos lejanos, si algo nos enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos era que la palabra valía más que un documento. Y pareciera que aquí la palabra se la llevara el viento. Lo primero que se tiene que rescatar en la política es el valor de la palabra. La verdad es el acero que sirve de base y fundamento a la palabra y la palabra tiene que ser garante de la conducta del hombre y de la política.

Creo que se ha pretendido descalificar y satanizar el diálogo cuando este es la esencia del ser humano. Satanizar el diálogo, destruir el diálogo no nos conducirá a nada. A final todo va a terminar allí. Más del 80 % de la gente, según las encuestas,  dicen que están de acuerdo que los sectores políticos dialoguemos para encontrarle solución a los problemas. ¿En qué no están de acuerdo? en los resultados. Cuando el diálogo no ofrece resultados ¿Cuál es la obligación de los políticos? buscar resultados.

-¿Dentro de la Unidad siente que hay perspectivas de que se puede llegar a un acuerdo para sentarse nuevamente  en un diálogo, pero esta vez  mejor planificado?

- Sí hay bastantes perspectivas. Por supuesto es una actividad intensa porque hay visiones encontradas. Algunos piensan que no se debe dialogar sino que sigamos “gritando” cada quien en una esquina sin llegar a nada. Yo no creo en eso, como tampoco que la violencia es la solución. No creo en eso porque nunca han existido circunstancias favorables para que la violencia sea una salida en un conflicto de esta naturaleza. Creemos que la salida es la cívica y democrática, la negociación, los acuerdos. De tal manera que hay un documento que presentaron los facilitadores que se está analizando, se le están haciendo algunas correcciones, con algunas ideas nuevas y se le están haciendo modificaciones. Pero ese va a ser el instrumento de trabajo. Hasta ahora todos estamos de acuerdo en esto y vamos a tratar de lograr que ese documento sirva de piso para iniciar lo que puede ser la búsqueda de soluciones a los problemas  del país.

- Como dirigente político vivió una experiencia importante cuando fue candidato presidencial. En aquel momento la oposición vivía una crisis, había perdido la Asamblea Nacional por la abstención, pero luego logra un consenso para participar en las elecciones presidenciales con un candidato unitario.  ¿Qué lecciones se pueden sacar de aquella experiencia si la comparamos con la crisis actual en el sector opositor?

- Fue un momento muy duro, muy difícil y veníamos de cometer muchos errores, nos habíamos salido de la ruta democrática. Esa era la verdad. No habíamos participado en las elecciones parlamentarias y abandonamos la Asamblea Nacional. Cometimos un error gravísimo y torpe. Y en esa tarea Teodoro Petkoff  junto a Julio Borges fueron determinantes con su aporte con su trabajo, con su esfuerzo, para retomar esa ruta electoral. A mi me tocó levantar esa bandera. Luego de una campaña muy corta de apenas tres meses, enfrentando todas esas circunstancias. El oficialismo estaba en su momento más estelar. En esa época se agotaba la línea blanca, los automóviles, porque había mucho circulante y los estudios de esa ONG que mide el índice de felicidad, ubicaba a Venezuela en un nivel bastante alto. En ese contexto tuvimos además que luchar contra el fantasma de la abstención, de los violentos y los extremistas que siempre están allí. Así que desde que empecé la campaña electoral me desacreditaron.  Y el resultado, que no fue el declarado por el CNE, porque ese lo rebanaron, como suele ocurrir no había forma de revisar actas. Por ello contratamos tres empresas  encuestadoras, dos extrajeras y una venezolana y las tres arrojaron resultados cercanos a 43 %, lo cual sorprendió a los propios oficialistas que no se esperaban esos resultados. Ellos se imaginaban que nos iban a aplastar. Así pues reverdeció nuestra lucha en solo tres meses. Desde allí en adelante he sufrido campañas en mi contra como las que existen hoy en día. Hoy desde luego estamos en mejores condiciones.

-¿Cuál es su prioridad en esta nueva etapa que se te abre?

- Yo vine convencido de que mi tarea no es crear más conflictos ni divisiones sino ayudar al país a superar esta crisis que estamos viviendo y en segundo aspecto creo que la dirigencia política en esta encrucijada histórica .

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