Un año del golpe; por César Pérez Vivas

El golpe contra la soberanía popular

Hoy se cumple un año del golpe de Estado del PSUV, comandado por Nicolás Maduro contra la soberanía popular de la nación venezolana. La dictadura, con vulgar soberbia, ha pretendido celebrar su crimen, enrostrándonos en la cara su desvergüenza, repitiendo otro fraude —ayer, domingo 27— para designar, a su conveniencia, a las autoridades de los municipios. El vacío total fue la respuesta de la ciudadanía. 

Ha transcurrido un año de la escalada de muerte, corrupción, hambre y represión. Estos males, que ya eran extremadamente graves, hoy son peores. El robo de las elecciones derribó todo recato y límite en el manejo del poder. Ya ni siquiera existe el intento de disimular. Maduro y su camarilla, al margen de toda norma, se han establecido por la fuerza de las armas, y pretenden silenciar a todos los que levantamos la voz para denunciar su crimen y los delitos conexos, cometidos por él y por su entorno, de forma directa o mediante sus esbirros.

El poder impuesto por el terror

Desde entonces, no gobierna. Su única labor es la conservación del poder a través de la violencia, es decir, mediante el terror. Para quienes hacemos política de forma pacífica —vale decir, democrática— resulta difícil enfrentar tanta brutalidad.

Recordemos que entre el 28 y el 29 de julio de 2024, fueron asesinados, por medio de los colectivos maduristas, 25 compatriotas. Más de 1.000 activistas fueron secuestrados y más de 5.000 ciudadanos, entre miembros de los comandos de campaña y trabajadores electorales, fueron perseguidos solo por cumplir con su deber cívico.

La cacería emprendida por los esbirros del régimen para impedir que las actas llegaran a nuestro centro de recolección no tiene precedentes en la historia política venezolana. Fue un acto sistemático de persecución contra honorables ciudadanos comprometidos con la democracia y el bienestar de Venezuela.

Una victoria robada

A sangre y fuego, Maduro disolvió las múltiples manifestaciones surgidas en barrios, caseríos, pueblos y ciudades que reclamaban respeto para el voto consignado en las urnas.

La magnitud de la derrota electoral que le propinamos a Maduro el 28 de julio de 2024 no tiene precedentes en la historia de nuestras elecciones presidenciales. El 70% de los votos eligió a Edmundo González Urrutia como presidente de la República. Ese resultado expresa con contundencia el repudio nacional a la dictadura. El 30% restante —adjudicado al régimen— no refleja su verdadero respaldo, pues buena parte de esos votos fueron producto de presiones, trampas y manipulaciones del sistema.

Además, más de cinco millones de venezolanos fueron impedidos de ejercer su derecho al voto: la diáspora, los migrantes internos que cambiaron de domicilio, cerca de un millón de jóvenes sin oportunidad real de inscripción, y una ciudadanía sin información ni medios para participar.

Unidad democrática y liderazgo

La victoria de la sociedad democrática venezolana fue fruto de la unidad construida en las primarias de 2023, donde María Corina Machado, al resultar electa, asumió el liderazgo y condujo una campaña victoriosa, que luego fue robada por Maduro con violencia, fraude y represión.

El repudio del mundo

En este año, el mundo democrático ha expresado su repudio al vulgar robo de la elección presidencial. La mejor evidencia del aislamiento de la dictadura se vivió el pasado 10 de enero, cuando Maduro montó su evento de juramentacion para dar continuidad a su usurpación. Ningún presidente democráticamente electo lo acompañó. Allí quedó retratado, solo, con los dictadores de Cuba y Nicaragua.

Seguimos en lucha

Desde entonces, quienes formamos parte de la campaña de Edmundo González hemos sido sometidos a una cacería sin precedentes. Nuestro único delito ha sido sostener, ante el país y el mundo, la exigencia de respeto a la soberanía popular y denunciar la escalada represiva del régimen.

Al cumplirse un año de tamaña aberración, los demócratas venezolanos seguimos la lucha en todos los terrenos para lograr la salida del dictador. Maduro y su camarilla se niegan a entregar el poder. Pero la situación de repudio interno y cerco internacional que enfrentan terminará, más temprano que tarde, por derrumbar las columnas armadas que los sostienen.

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Jose Martí no fue el autor intelectual del ataque al cuartel Moncada / @pedrocorzo43

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