El valor de la libertad; Por Omar González Moreno / @omargonzalez6
Mar de Fondo
Estados Unidos ha demostrado a lo largo de su historia un compromiso inquebrantable con la liberación de sus ciudadanos tomados como rehenes, enfrentando riesgos militares, costos económicos y tensiones políticas.
Desde el heroico rescate de prisioneros en manos de los japoneses en Filipinas en 1945, donde los soldados estadounidenses y la resistencia filipina liberaron a más de 500 prisioneros de guerra, hasta el trágico fracaso de la Operación Garra de Águila en 1980, que costó la vida de militares en un intento por rescatar a los rehenes de la embajada de Estados Unidos en Irán, esta nación ha pagado un alto precio por defender la libertad de los suyos.
Cada misión, exitosa o no, es un testimonio del valor supremo de la vida humana y su derecho inalienable a la libertad.
Este compromiso se reafirmó en el reciente acuerdo de intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y Venezuela, un hito que revela no solo el temor del dictador Nicolás Maduro al poderío estadounidense, sino también el significado profundo de la libertad.
En este canje, Venezuela liberó a un importante grupo de presos políticos de la oposición y a diez ciudadanos estadounidenses, descritos por el presidente salvadoreño Nayib Bukele como “rehenes” de un régimen tiránico.
A cambio, 252 venezolanos detenidos en El Salvador, junto con migrantes deportados desde Houston, incluidos siete menores, regresaron a Caracas.
Este no fue un simple intercambio de piezas en un tablero político; fue un acto de humanidad que trasciende fronteras, regímenes y cálculos estratégicos.
Para los presos políticos venezolanos, esta liberación representa un rayo de esperanza en medio de la opresión: volver a abrazar a sus familias, recuperar sus voces y continuar luchando por una Venezuela libre.
Para los diez estadounidenses, significa el fin de una pesadilla marcada por la incertidumbre, los maltratos y las violaciones a sus derechos humanos; es el regreso al hogar, a la seguridad, a la vida.
Más allá de las personas liberadas, este acuerdo resalta un mensaje universal: la libertad no tiene precio.
Es un valor tan esencial, tan intrínseco a la condición humana, que ningún sacrificio es demasiado grande para alcanzarla.
El secretario de Estado, Marco Rubio, celebró este logro, atribuyéndolo al liderazgo del presidente Donald Trump y al papel crucial de Nayib Bukele.
En sus redes sociales, Rubio destacó que esta liberación no implica un reconocimiento a la dictadura de Maduro ni a sus cómplices. Por el contrario, es un recordatorio de que detrás de cada persona injustamente encarcelada hay una historia, un sueño roto y una familia que espera.
La libertad no es solo la ausencia de cadenas físicas; es la posibilidad de vivir sin opresión, de soñar sin temor, de existir plenamente.
Sin embargo, la lucha no termina aquí. Mientras celebramos estas liberaciones, no podemos olvidar a los 30 millones de venezolanos que aún viven bajo el yugo de la dictadura de Maduro.
La libertad de un grupo de valientes es un paso, pero la verdadera victoria será liberar a una nación entera de las garras de Nicolás Maduro y sus secuaces.
Esta operación nos enseña que la libertad exige sacrificios, pero también nos recuerda que no hay causa más noble.
Porque la libertad no es solo un derecho; es la esencia misma de lo que nos hace humanos. Y por ella, siempre valdrá la pena luchar.