¡El que la hace, la paga!; Por Omar González Moreno / @omargonzalez6
Voces de Libertad
Aquí estamos, los cinco perseguidos por la tiranía de Nicolás Maduro, sitiados en la Embajada de Argentina en Caracas.
Asilados, asediados, hostigados, pero firmes. Con la única compañía de las guacamayas caraqueñas que surcan el cielo y la fe inquebrantable en Dios y en la lucha por la libertad de Venezuela.
Aquí resistimos, inspirados por el coraje indomable de María Corina Machado, enfrentando las más duras adversidades con una certeza absoluta: el cambio que Venezuela clama y merece está cada día más cerca.
Mientras nosotros soportamos el aislamiento, la amenaza constante y el acoso de la dictadura, afuera, millones de venezolanos libran su propia batalla para sobrevivir en un país sumido en el caos, devastado por la inflación, la devaluación, la violación de los derechos humanos y una crisis económica que no da tregua.
En esta sede diplomática, bajo la bandera del Gobierno de Brasil, vivimos la tragedia de la soledad, la carencia de servicios básicos, el temor permanente a un ataque traicionero de las fuerzas represivas de Maduro.
Pero no estamos solos en nuestra lucha. Desde aquí, alzamos la voz para agradecer a millares de compatriotas que exigen nuestros salvoconductos, que claman por nuestra libertad y para que podamos abandonar esta misión con seguridad.
Además somos testigos de cómo la comunidad internacional, con paso firme, aísla cada vez más al régimen de Maduro y sus cómplices.
¡El cerco se cierra! Maduro, preso de su propio miedo, no se atreve a salir de Venezuela.
Sabe que en cualquier rincón del mundo enfrentará la justicia por sus crímenes.
Un ejemplo claro: mientras los líderes globales acudían a Roma para despedir al papa Francisco, Maduro ni siquiera asomó la nariz.
¡El miedo lo corroe! Sabe que ése es solo el comienzo de lo que le espera. La justicia, implacable, aguarda a él y a su pandilla, responsables del saqueo del erario público, de violaciones masivas a los derechos humanos y de innumerables atrocidades.
Hoy, así como nosotros estamos confinados en esta prisión diplomática, Maduro también lo está. Encerrado en su propio laberinto, aislado por las sanciones internacionales, abandonado por las naciones que defienden la democracia y temeroso que lo traicionen los ambiciosos de poder que pululan dentro de su propio bando.
Él, que nos tortura cortándonos el agua, la luz, los alimentos y medicamentos; él, que envía a sus esbirros a intimidarnos; él, que condena a un pueblo entero a la miseria con sus políticas nefastas, ¡ya está comenzando a pagar el precio de sus actos! Porque lo que es igual no es trampa: ¡el que la hace, la paga!
Así como mantiene a centenares de presos políticos en sus mazmorras del terror, Maduro está asfixiado por sus propios errores, atrapado en las consecuencias de su tiranía.
La justicia divina y humana lo alcanzará. No hay escapatoria para quien ha traicionado a una nación entera.
Desde este rincón de resistencia, con el corazón encendido y la esperanza intacta, envíamos un mensaje a Venezuela y al mundo: no nos rendiremos jamás. Seguiremos luchando, denunciando, resistiendo. Porque la libertad no se negocia, y la justicia no se detiene.
¡Hasta la próxima semana, cuando volveremos a alzar la voz desde esta importante tribuna!