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Mar 9 ¿Abstención, boicot o participación? por Pedro Galvis / @pgalvisve

El régimen necesita controlar la narrativa, e imponer los temas de la agenda de discusión pública ciudadana, como parte de una política que busca desmoralizar a 80% del país que aspiramos ver el final de la usurpación en el menor tiempo posible. Se ha pretendido vender la especie de que los venezolanos no podemos hacer nada para salir del régimen, y que por lo tanto debemos conformarnos con los despojos de democracia que nos pretenden lanzar, para conminarnos a participar en procesos electorales, donde si ganas no cobras, como sucedió con la legítima Asamblea Nacional electa el 2015, que fue desconocida de inmediato; o como apreciamos con las alcaldías y gobernaciones, que cuando se ha logrado superar a los candidatos oficialistas, se les impone la figura inconstitucional e ilegal de un protector para escamotear la victoria e impedirles gobernar.

Entendamos lo siguiente, el régimen que controla el poder en Venezuela tiene su asiento en un versátil ecosistema criminal de consistencia líquida con gran capacidad de adaptación, donde el poder se organiza en redes para cumplir más eficazmente sus propósitos de mantener y expandir el poder haciendo uso de cualquier medio disponible, pero muy especialmente a través del control social, de la manipulación de la información y de la reducción de la opinión pública, los cuales son un componente crítico del sistema para su funcionamiento.

Alberto Ray en un artículo titulado: Totalitarismos líquidos ¿que son y cómo derrotarlos? realiza una serie de planteamientos que bien valen la pena repasar, a manera de contexto para complementar algunos argumentos. “Una de las herramientas favoritas del poder líquido es la construcción de narrativas para relativizar la verdad, reorientar la opinión pública o construir enemigos. Son métodos muy bien estudiados en los que se desmonta la realidad y se rearma en favor de los intereses totalitarios. Es quizás una de las características heredadas del modelo totalitario tradicional, pero esta vez, repotenciado a través de las nuevas tecnologías de información y las redes sociales.”

Esto bien podría servirnos para encontrar explicación a las conductas y aseveraciones que vemos repetirse por muchos de los colaboradores del régimen, quienes cohabitan para dar una sensación de normalidad, muchas veces asociadas con la intención de lograr algunas prebendas personales, defendidas bajo el argumento de que “hay que comerse el elefante a pedacitos”. Algunos llegan a distintas instancias del poder, y desde allí muy poco o nada hacen para contribuir a derrotar al régimen, ni para atender las necesidades o aspiraciones ciudadanas, como tampoco para resolver los problemas de nuestras ciudades que se deterioran progresivamente sin posibilidad alguna para revertir esta circunstancia, mientras no desalojemos a la usurpación.

Al analizar una acción política desde la óptica de diferentes narrativas, podemos observar que la abstención suele interpretarse como una acción pasiva o displicente que implica la renuncia a ejercer el derecho a votar. Mientras que el boicot, es en cambio, una acción pro activa, para impedir el desarrollo normal de un proceso electoral viciado y fraudulento, como medida de protesta y como medio de presión para conseguir cambiar las cosas. Los cómplices de la usurpación se empeñan en desvirtuar la acción política del boicot, degradándolo para sugerir la ausencia de acción, que está asociada con la pasividad o simple inactividad, cuando en realidad es todo lo contrario. El boicot se ha tratado de ejecutar como parte de una estrategia y acción política que sirva para presionar los cambios de un sistema degradado, corrupto y fraudulento con el cual se pretende normalizar el caos para perpetuarlo. Lamentablemente siempre aparece un colaborador que cual esquirol en una huelga se presta para sabotear la estrategia y termina por beneficiar al régimen que nos oprime.

En la actualidad, se están haciendo diversos esfuerzos para acercar posiciones que permitan lograr la unión de factores políticos y sociales del país interesados en lograr poner fin a la usurpación y para conquistar la libertad y restablecer la democracia en el menor tiempo posible. Este grupo representará las aspiraciones del 80% del país que aspira ver el fin del régimen de Maduro a la brevedad del caso. Los esfuerzos que se están realizando van más allá del simple concurso de nombres, promovemos la unificación de los objetivos y estrategias para derrotar a las mafias enquistadas en el poder. El proceso es lento y por momentos engorroso, pero confiamos que mas temprano que tarde, se lograran apartar los obstáculos que generan aprehensión y desconfianza para materializar la unión.

Mientras tanto, desde el partido político Vente Venezuela, coordinado bajo el liderazgo de María Corina Machado a nivel nacional, nos hemos ocupado no solo en analizar bien estos temas, también estamos formando ciudadanos útiles y reforzando los valores, para presentar una oferta política liberal como alternativa al socialismo. Cada día, desde distintos ámbitos, en diversos espacios de la geografía nacional trabajamos para consolidar una poderosa fuerza ciudadana, identificada con las ideas y valores de libertad que desde nuestra organización promovemos e impulsamos, para llegar al poder y desde allí transformar a la Venezuela desolada y arrasada por los socialistas de turno, en una tierra de gracia, de progreso y oportunidades para sus ciudadanos. Nuestro liderazgo está listo para participar en los distintos procesos electorales que nos toque afrontar, para acceder al poder y lograr la recuperación de nuestra democracia y transformación del país. Pero en procesos electorales legales, con reglas y garantías absolutamente blindadas. Con un arbitro electoral confiable, sin partidos secuestrados o líderes inhabilitados, con un registro electoral depurado y actualizado. No nos conformamos con menos, porque participar sin estos requisitos sería una farsa, que profundizará la frustración y desconfianza ciudadana.