Buscarlos o inventarlos; por: Henry Cabello / @Henry_Cabello
Pasó el 18 de octubre como las romerías de septiembre. Claro, no estamos para celebraciones. Pero tampoco para olvidos. Menos en estos días de santos muertos y de algunos muertos santos, que no todos lo son. Hablemos de temas que no están en la actualidad, aunque nunca deberían dejar de estarlo por su trascendencia. Me refiero a cosas como la democracia y la corrupción.
Comenzaremos por la última. ¿Por qué resulta tan fácil corromperse en estos tiempos? No que haya sido difícil alguna vez, pero hay que reconocer que este fenómeno últimamente parece impregnarlo todo. Está como Dios: en todas partes. Tanto que pareciera imposible evitarlo. Sin embargo, al menos en lo que se refiere a la más sonada de todas, la corrupción pública (para diferenciarla de la privada), hay algo que pudiera hacerse. Es que, aunque pueda lucir chocante, el problema del empleado de empresa que disimuladamente se embolsilla algunos bienes del patrono, es un asunto que, al fin y al cabo, solo le atañe a ese trabajador, a sus jefes y a las leyes. En cambio, cuando alguien se apodera de bienes públicos, nos está robando a todos. Y allí precisamente está el punto: son bienes y dineros de todo el pueblo, no solo de una parte del mismo. La raíz del problema estriba en esa intencionada confusión que los administradores públicos se inventan entre "Estado" y "Gobierno". Los bienes del "Estado" no le pertenecen al gobierno. Este es apenas un administrador temporal y transitorio de esos bienes. Por lo mismo, debería ser escrupulosamente cuidadoso con su administración. Pero --como diría mi difunto tío Octavio-- "el que administra los reales de otro, es como el que hace gárgaras...aunque no quiera, siempre algo se le pasa."
Entonces, la única manera de frenar este despelote, es con transparencia total. Pero una transparencia obligatoria y de acceso público. Es decir, que cualquier ciudadano pudiera acceder, en cualquier momento, a las cuentas públicas. Y eso incluye todos los ingresos de todos los funcionarios, en todo momento. ¿Ud. realmente sabe cuánto gana un diputado regional o nacional? ¿O un Ministro? ¿O cualquier funcionario comenzando por el propio Presidente y todos los militares? No solo sus salarios asignados, sino TODOS sus ingresos. Si esa información estuviera disponible para todo el mundo, en lugar de un Contralor General de la Nación, tendríamos millones de contralores vigilando esos ingresos 24x7. Otro tanto con las contrataciones que haga el Estado, incluyendo todas sus empresas (que de paso, no debería tener ninguna), Corporaciones e Institutos Autónomos. ¿Tendremos alguna vez un Congreso dispuesto a aprobar una Ley semejante?
La democracia, por otra parte, no es una especie de idea vaga o abstracta, propiedad de los políticos y sus partidos. Es simplemente una forma de gobierno opuesta diametralmente a la tiranía y a la dictadura. Puede ser una forma autoritaria, pero no es tiránica. En todo caso, va aparejada con las libertades. Así en plural: de propiedad, de expresión, de movimiento, políticas, económicas, etc. Al decir de Churchill, la democracia es el peor de todos los sistemas de gobierno, excepción hecha de todos los demás. Pero, por sobre todo, la democracia es una forma de vivir y de ejercer la vida. La clave, hay que decirlo, es la pluralidad, el respeto al disenso, a la opinión contraria. Hoy podemos afirmar que hay democracia en la oposición a la dictadura y eso es, precisamente, lo que explica que sea tan difícil combatirla. Porque se impone convencer al otro, ponerse de acuerdo en el cómo y cuándo. O sea, lograr un consenso. Para ello hay que estar dispuesto a ceder y a reconocer un liderazgo compartido. Esto exige que haya verdaderos líderes, no solo dirigentes. Nada fácil, pero si no los hay, habrá que buscarlos o inventarlos.