Castigados por pensar diferente; por Mitzy Capriles/ @esmitzyhija
Tener a un ser querido encarcelado es muy doloroso, mucho más cuando se sabe que esa privación de la sagrada libertad, responde a actos absolutamente injustos. Por eso no dejaremos de luchar para decirle al mundo lo que está pasando con Antonio Ledezma, quien al igual que numerosas mujeres y luchadores políticos, estudiantes, líderes comunitarios, periodistas, comerciantes, ciudadanos que viven en los barrios más humildes, familias que habitan en sectores clasificados como “clase media”, padecen del acoso de un gobierno intolerante y represivo.
Esta triste realidad no se puede ocultar, ni mucho menos callar. Por eso estamos realizando este peregrinaje hasta llegar a cualquier rincón del mundo, tocando las puertas de los despachos de personas a cargo de instituciones, cuyo pronunciamiento solicitamos como una manera de hacer honor a la justicia que se les niega a los venezolanos “castigados” por pensar diferente, a quienes desgobiernan a Venezuela. Y no vamos a parar en esta cruzada. Seguiremos con nuestro dolor a cuestas, pero sin rendirnos ante esta adversidad que conmueve a las familias de los que son guillotinados en los tribunales que lo menos que hacen es despachar justicia con apego a la legalidad.
Es penoso confirmar que nuestro país sea noticia en todas partes del mundo. Se habla de la inflación que devora el salario mínimo de los trabajadores, por ejemplo, que es equivalente a no más de 14 dólares si lo comparamos con el dólar paralelo. También es inevitable que se refieran en cualquier entrevista con medios de comunicación en España, en Alemania, en Perú, en Chile, etc., de las tristemente famosas colas que hacen ciudadanos de todos los estratos sociales para tratar de comprar los escasos bienes que no se producen en el territorio nacional y que a duras penas se importan en cantidades cada día deficitarias para poder cubrir la demanda de los consumidores.
¡Qué pena da! que nos enrostren que somos también el país con la mayor tasa de inseguridad. Qué vergüenza que se hable de que en un país donde se pueden llenar de gasolina los tanques de 100 carros con sólo un dólar, no hay cómo adquirir las medicinas indispensables para millares de seres humanos.
Tampoco es posible que se dejen de narrar las detenciones arbitrarias que mantienen privados de la libertad a personas inocentes. Esas malas noticias se pueden cambiar por esperanza, paz y progreso, si cambiamos la manera de gobernar al país, de manera pacífica y enmarcada dentro de lo establecido constitucionalmente.
Cortesía: El Nacional