Más allá de los cristales, hay un mundo por descubrir Por: Génesis Castillo Astudillo (@DerujKum)
Por: Génesis Castillo Astudillo
En muchas ocasiones escuchamos que la vida de cada persona se centra en cuatro principales acontecimientos: nacer, crecer, reproducirse y morir. Yo creo que debemos introducirle un concepto más, fundamental como complemento de vida, enamorarse. Y es que, ¿quién no desea estar enamorado?, ¿o quién no lo ha estado alguna vez? Definir el amor sería muy inverosímil, pues cada cual lo percibe de diferentes formas, y es precisamente la cantidad de matices conceptuales sobre el amor el punto central de este artículo.
Dentro de cada uno de nosotros se encuentra la persistencia de dar con nuestra persona ideal, aunque ocurran muchos tropiezos en el camino. Entonces, ¿qué pasa cuando te enamoras de la persona menos pensada? A muchos nos ha pasado alguna vez que nos enamoramos perdidamente de un imposible, pero el problema se hace más grande cuando ese amor “imposible” porta tu mismo sexo. Si el amor tiene tantos matices, ¿por qué no dejarse llevar? Uno de los grandes problemas que se le presentan a este amor es el patrón social, porque dentro de tu entorno se gesta un principio básico, “el hombre hace a la mujer, y la mujer al hombre”. ¿De dónde sale todo esto?, ¿no es el amor un derecho básico de todos?, ¿quiénes somos para imponer reglas sobre ello?
Definir el amor sería muy inverosímil, pues cada cual lo percibe de diferentes formas
Cada ser humano es diferente por naturaleza, cada quien tiene su raza, religión, país, cultura, valores, sexo, orientación sexual e identidad de género. Ahora veamos en qué se diferencian los últimos tres conceptos. El primero trata acerca de la identificación biológica de cada ser vivo como femenino o masculino, los que nos hace diferentes al momento de nacer. El segundo se basa en tu forma de amar, es decir, si amas a alguien del sexo opuesto entonces eres heterosexual, si amas a alguien de tu mismo sexo entonces eres homosexual, y si eres capaz de amar a personas de ambos sexos entonces eres bisexual. El tercero, y en ocasiones el más difícil de comprender para algunos, es la percepción que tiene cada individuo sobre sí mismo en base a sentirse hombre o mujer.
Si bien estos tres conceptos están relacionados porque definen gran parte de nuestra sexualidad, no siempre se relacionan de la manera en que se piensa. A menudo se suele asociar la homosexualidad con una percepción diferente de la identidad de género, pues cuando nos encontramos en nuestras vidas con alguien con esta orientación sexual inmediatamente asumimos que es de un sexo opuesto al que observamos, lo cual no es cierto. Son dos cosas completamente distintas.
Nacemos con un sexo determinado y al llegar a una edad nos sentimos identificados o no con ello
Otra de las cosas que son un mito en cuanto a este tema se refiere es la posibilidad de elegir tu orientación sexual. La orientación sexual no se elige, ninguna persona se levanta un día y decide amar a alguien, es algo que se da, porque somos seres complejos. Tampoco se elige la identidad de género o el sexo, nacemos con un sexo determinado y al llegar a una edad nos sentimos identificados o no con ello, no lo elegimos, sino muchas personas se ahorrarían el dolor que implica la discriminación social que se sufre por ser “diferente”. Al final es importante entender que más allá de nuestros prejuicios el amor nos une, que los diferentes matices no son limitante sino la puerta hacia mundo mucho más grande que el que nos han enseñado, que el amor no le hace daño a nadie y que el respeto, la tolerancia y el cese de la discriminación nos ayudarán a ser mejores personas. Basta de querer imponer un patrón de conducta, todos somos libres de sentir lo que nos dicta el corazón.