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Omar Gonzalez: La dura vida de un periodista en cautiverio

Omar Gonzalez: La dura vida de un periodista en cautiverio

Perseguido por disentir del gobierno de Maduro

El conocido comunicador social se encuentra asilado en una embajada en Caracas

(Especial)

Caracas, 08 de mayo, 2024.- Quienes lo vieron ejercer el periodismo, afirman que Omar González Moreno está asilado en la Embajada de Argentina en Caracas, para informar cómo es la vida de un perseguido político del regimen de Nicolás Maduro.

Pero no es así. Está asilado porque se le escapó a la policía política, tras una orden de aprehensión dictada en su contra por hablar mal del gobierno.

A él, que dignificó durante muchos años el papel de reportero y redactor en radio, prensa y televisión, le pregunto:

-Que se siente ser un perseguido político?

-El aislamiento que experimenta un perseguido político, así esté asilado en una sede diplomática, como es mi caso, resulta similar al aislamiento de un preso o de un náufrago en una isla desierta.

-¿Por qué ?

-Porque en el silencio de mi confinamiento, me encuentro envuelto en una bruma de emociones que pugnan por liberarse similar al caso de los presos y los náufragos.

Con el afán de exprimirle sus sentimientos, le hacemos esta pregunta:

-¿Cómo te sientes estando recluido tanto tiempo asilado en la Embajada Argentina?

-Como un león enjaulado.

No me puse a meterle el dedo en la llaga por respeto al colega.

¡Qué desgracia! Omar, que fue dueño de periódicos, radios y televisoras. Fue gobernador, diputado y jefe político. Y ahora es un perseguido político asilado en una embajada extranjera.

-La soledad me abraza con fuerza, susurrando palabras de desamparo en mi oído.

-Estas solo

-Estas solo

-¿Colega: la soledad lo está matando?.

-El perseguido, como el preso o el náufrago, se ve privado de su libertad, de sus rutinas habituales y de los elementos que antes definían su vida. Ciertamente es como morir de a poco.

La pregunta le hizo arrugar la frente

-Esto me genera una sensación de vacío y desarraigo, una pérdida de control sobre mi propia existencia..

Allí en un recodo de la embajada se recuesta

-La ausencia de contacto humano es como un puñal que hiere mi alma.

Omar González se apoya en un muro de la embajada para no darnos la impresión de debilidad.

-Las habitaciones, cómo las celdas o las islas desiertas, se convierten en prisiones mentales donde la mente vaga sin rumbo.

- A qué prisiones te refieres?

-A la mente que se convierte en una especie de campo de batalla, donde pensamientos y emociones negativas libran una guerra sin cuartel.

-¿Qué hace en esos momentos?

-En esos momentos, me aferro a los recuerdos de mis seres queridos, a las experiencias que han enriquecido mi vida, y a la esperanza de que este aislamiento llegará a su fin.

Los pensamientos de lo que siente salen de su boca como una recua de ganado que le abren el potrero.

-El aislamiento social, me hace consciente de la ruptura de los lazos con mi comunidad y con la sociedad en general.

-El perseguido, como el preso o el náufrago, se siente excluido por muchos de aquellos que antes formaban parte de sus vidas.

-La comunicación con el exterior se ve severamente restringida, limitada a visitas esporádicas, conexiones electrónicas y a un contacto restringido.

-¿Qué es lo que más te afecta?

-La falta de contacto físico y de relaciones. Esa sensación de soledad y abandono.

-¿Te arrepientes de haber enfrentado al chavismo?

-Jamas, en este aislamiento, he aprendido a valorar la importancia de la actitud correcta, del contacto humano, la fuerza de la mente y la belleza de la esperanza de contruir un país mejor.

-,Qué más has descubierto?

-He descubierto que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay un rayo de luz que puede guiarnos hacia un futuro mejor.

-Ahora comprendo que si no combato la soledad y el desarraigo puedo ir derechito a la depresión, la ansiedad e incluso a los ataques de pánico.

-Sé que la falta de esperanza y la incertidumbre sobre el futuro también pueden llevarme al desespero.

-Ahora estoy seguro que cuando finalmente salga de este confinamiento, apreciaré aún más la compañía de mis seres queridos y la belleza del mundo que me rodea.

-¿Valió la pena?

Debajo de un cuadro de un gaucho argentino tomando Mate y tocando un acordeón, Omar González responde:

-He aprendido a valorar cada momento, cada sonrisa, cada palabra amable. Y nunca volveré a dar por sentada la libertad de estar cerca de los demás.

-El aislamiento ha sido una prueba dura, pero me ha hecho más fuerte y resistente.

-He aprendido a enfrentar mis miedos, a valorar lo que tengo y a encontrar la esperanza incluso en los momentos más difíciles.

Afuera se oyen los ruidos de la calle, carros, motocicletas y gentes como un río a lo lejos.

-¿Qué pasará ahora?

-Cuando finalmente vuelva a estar libre, llevaré conmigo las lecciones aprendidas en este viaje.

-Seré una persona más compasiva, más agradecida y más consciente de la fragilidad de la vida.

Así termina la entrevista con Omar González Moreno, un periodista venezolano que no se se resignó a vivir en dictadura y está pagando muy caro su osadía.

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