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Manuel Rosales: La protesta no es suficiente para producir el cambio

Manuel Rosales: La protesta no es suficiente para producir el cambio

El objetivo fundamental de la democracia es la construcción de alternativas

Con información de El Tiempo

El Diario colombiano El Tiempo realizó entrevista a Manuel Rosales, ex gobernador  del estado Zulia y excandidato presidencial. Quien pasó seis años y medio en el exilio, uno en prisión y fue el primer político perseguido por orden directa del entonces presidente Hugo Chávez, quien pidió su encierro por televisión.

Como líder del partido Un Nuevo Tiempo y a pesar de estos años fuera de la palestra pública, apuesta al diálogo y la negociación con el gobierno como el mecanismo necesario para lograr la salida electoral y a la crisis que tanto ahnela la sociedad venezolana.

¿Cuál es su balance de estos años de exilio y prisión?

Fueron siete años y nueve meses. Fueron años muy duros por el distanciamiento de la familia, la cultura de la idiosincrasia y reconociendo que me trataron muy bien; al fin y al cabo, uno es un desconocido, y eso es terrible. Preso estuve más de un año, y ese es un proceso tan difícil que se siente como empezar a morirse porque es una nebulosa entre la vida y lo desconocido. Pero también fueron años de aprendizaje, reflexión, y mi balance es positivo. Soy muy optimista en cuanto al país y a su futuro. Creo que Venezuela sí va a salir adelante.

El gobierno venezolano controla todos los poderes, pospuso las elecciones regionales y suspendió el revocatorio. ¿Qué posibilidad ve usted de un cambio?

El objetivo fundamental de la democracia es la construcción de alternativas. Los partidos políticos deben participar en esos procesos, así como los líderes. El gobierno, que es de origen y tiene una fachada democrática, tiene la obligación de rectificar, de corregir aplicando medidas de urgencia mientras se llega a una elección.

¿Usted ve al gobierno proclive a esa construcción de soluciones?

Esa es una de mis exigencias. Que el gobierno identifique y apruebe una figura que bien sea por el crédito adicional, el aporte o la donación, por la vía humanitaria o como ellos digan, que ayude a paliar los actuales problemas de hambre y salud que no pueden esperar en el país. Paralelo hay que atender el tema político. El drama es que no queremos reconocer espacios sino arrasar los unos con los otros. Tiene que haber acuerdos mínimos, pero de largo alcance porque quienes hoy son gobierno mañana van a ser oposición.

¿Es la mesa de diálogo el escenario para lograr eso?

No es importante dónde se haga, el lugar o cómo se defina. Más importante que el título es la actuación y el valor de la palabra.

¿Usted tiene algún puente de comunicación con el gobierno?

Los partidos estamos agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y ninguno tiene políticas paralelas ni por fuera, todo se orquesta allí, aunque tenemos diferencias.

Pero la MUD ha dicho que no va a asistir a la próxima reunión de la mesa de diálogo si no se cumplen unas condiciones mínimas, y su partido ha dicho que se queda en la mesa…

El partido no ha dicho eso. El partido ha dicho que somos parte de una alianza y haremos lo que allí mayoritariamente se acuerde.

Entonces tampoco irán a la reunión pautada para el 13 de enero…

No creo que ese tema se pueda decir desde ya. La política cambia todos los días.

¿Cómo se ha desempeñado la dirigencia opositora en el último año?

Sin entrar en consideraciones sobre dirigentes de la oposición o del gobierno, creo que nos fue mal a todos. El balance para el país es grave y triste, y todos tenemos una cuota de responsabilidad.

¿Cree en el referéndum revocatorio para cambiar la situación?

Sí. Todo lo que esté en la Constitución debe ser respetado y valorado. La propuesta fue pertinente, pero ¿quién puede creer que un gobierno que controla casi todos los poderes, menos uno, con una Constitución que tiene muchos vacíos que permiten hacer abuso de ella, pensaría que ellos harían el proceso fácil? El referéndum no es un mandato constitucional, es un derecho para desarrollar y construir. Ahora, hacer unas elecciones establecidas en la Constitución sí es un mandato.

Pero las de gobernadores se debían realizar este diciembre y se pospusieron.

Pero tendrán que hacerlas o, si no, el gobierno tendrá que declararse en dictadura. La pelota está en el campo de ellos. No hay excusas.

¿Cómo está su liderazgo?

La gente ahora está por verme de nuevo. Estoy como en un proceso de observación del pueblo. He sido víctima por mis ideas, pero lo más importante es que ahora me siento feliz, orgulloso de mirar a mi familia y al pueblo y que en Zulia me están esperando con una gran emoción. Tengo en mi región 90 por ciento de aprobación y apoyo del 70 por ciento para lo que me lance, barrendero de la esquina o lo que sea.

Entonces, la gobernación no luce tan lejana…

En este momento, eso no es lo que me preocupa ni me motiva. Primero debo encontrarme con la gente y hacer un reconocimiento del país.

¿Cree que su posición contemporizadora le valió su liberación?

El que montó la confabulación en mi contra –el magistrado del Tribunal Supremo de Justicia Eladio Aponte, en 2004, hoy perseguido y en el exilio– reconoció que fabricó un caso sin pruebas. No hay de qué acusarme. Luego, como yo no estaba aquí, no se puede decir que fui violento y subversivo, y como de lo que me acusaron se derrumbó, no había cómo mantenerme en la cárcel. Y desde luego, la actuación del Vaticano, de presidentes activos, la mediación de los expresidentes Zapatero, Torrijos y Fernández, la presión de la Unión Europea y el Departamento de Estado influyó en que hayamos salido en libertad. Para el gobierno, el mío era el caso menos complicado.

¿Qué les dice a quienes creen que su liberación fue producto de una negociación?

En esta sociedad donde estamos angustiados y enfermos de esta crisis, yo prefiero las críticas hirientes y descabelladas a las alabanzas de los extremistas. He cometido errores, pero jamás he negociado ni negociaré mis principios. La gente quiere que digamos la verdad y no que sigamos haciendo propuestas que se quedan en el aire. Por ejemplo, aprobar el juicio político al presidente Maduro. Y adelantar las elecciones generales... ¿Cómo se logra eso?

¿Tiene alguna propuesta en mente?

Estamos haciendo las consultas para buscar consenso y salir con una. La negociación y la movilización se complementan. Con solo protestas en la calle tampoco vamos a llegar a ninguna parte.

¿Qué tiene la oposición para ser escuchada frente a un gobierno autoritario?

Si las cosas fueran normales, no hubiésemos acudido al Vaticano, a la Unasur, a la OEA, a los expresidentes. De ahí la mediación, y soy muy optimista al respecto; frente a ellos es que hay que exigir. La salida tiene que ser electoral, y pronta.

¿Eso se puede con una Fuerza Armada que se autocalifica de chavista?

Creo que cuando llegue el momento de la coyuntura, esta lo asumirá como tiene que ser.

 

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