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Decadencia política; por: Federico Izquierdo

Decadencia política; por: Federico Izquierdo

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Revisaba una hija mi archivo personal con gráficas en las que aparezco conversando con personajes casi míticos como Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Jóvito Villalba, Prieto Figueroa y varios otros y me obligó a relatar algunos pasajes de aquellas épocas y ciertas virtudes de tales protagonistas de nuestra reciente historia. Lo que ella estimó más relevante es que cada uno fue impulsor en su tiempo de ideas fructíferas para el país y ejecutorias que mantienen su vigencia, especialmente para los últimos 20 años en donde lo único “novedoso” es recurrir a la trapisonda para justificar un proceso destructivo, sin precedentes en el continente.

Ida mi hija a sus labores clínicas (es psicóloga) me mantuve en el chinchorro (recurso que detestaba Rómulo) para reflexionar en torno a aquellos iconoclastas políticos y compararlos con quienes hoy cuecen el amargo caldo que nos atosiga. ¿Qué sucede? Cuando se denuncia esta extraña confabulación entre quienes gobiernan y los que dicen ser opositores salta la réplica de los últimos que alegan que “la responsabilidad es de todos” lo cual pudiera sonar muy elegante pero no es más que una coartada para eludir la carga negativa de las actuaciones políticas del dudoso liderazgo.

No es cierto que la responsabilidad es de todos. Cuando aceptamos que una persona se yerga como líder al par lo investimos para ejercer el liderazgo que trae implícito el desarrollo idóneo de acciones necesarias, sean cuales fueren (drones incluidos) para evitar que una claque insana se apodere de le estructura total de una nación con propósitos tan patéticos de malhechoría como los del chavismo gobernante. No impedir que se suceda el desmantelamiento del país por falencia de liderazgo para ello es la confesión de ineptitud que exige relevo. Nuestros políticos actuales, sin la más mínima excepción, carecen de legitimidad por oquedad sublime.

Dicen los juristas que confeso el reo las pruebas son innecesarias. Aun silente, la confesión del liderazgo se hace estruendosa. Carecemos de políticos capaces de ser líderes porque ninguno de quienes usufructúa la vocería tiene idea de cómo descifrar este criminal jeroglífico. Claro que las ideas las hay pero no en manos de los políticos y como quienes no lo son tienen vedado el acceso al caldero donde se cuecen las habas, los propósitos quedan engatillados y frustran toda posibilidad de acierto. Maduro, cargado de demagogia, convoca a portadores de propuestas a exhibirlas pero en la oposición, ni siquiera para comprobar la falacia alguien se asoma. Tal vez se tema que gente útil desplace al político estéril.

Del asesinato de Jorge Rodríguez y la tortura a Requesens; por: Richard Casanova / @RichCasanova

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Si antes dudaba…; por: Rolando Feo

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