El malestar militar; Por Omar González Moreno / @omargonzales6

Mar de Fondo

En Venezuela, un país que arrastra el peso de una crisis humanitaria sin precedentes, crece un malestar con fuerza: la indignación que embarga a las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB).

Es una rabia contenida, un grito de preocupación ante la temeraria decisión del régimen de Nicolás Maduro y el alto mando militar de involucrar a la nación en el peligroso conflicto entre Israel e Irán, un acto de suprema irresponsabilidad.

Los militares, más que nadie, saben que Venezuela no necesita más conflictos. Este país es un barril de pólvora con una mecha corta, devastado por la hiperinflación, el hambre, la migración masiva y la represión.

Más de ocho millones de venezolanos han tenido que huir en busca de un futuro mejor, mientras quienes permanecen libran una batalla diaria por sobrevivir.

En este contexto, las FANB, que tienen la obligación ineludible de proteger y defender la soberanía, están atrapadas en una encrucijada moral y operativa.

Los oficiales y soldados, muchos de origen humilde, comparten el sufrimiento de sus familias y comunidades.

Sin embargo, en lugar de ser movilizados para defender la constitución, la soberanía popular y reconstruir la nación, se les empuja a ser cómplices de graves delitos y hacia un escenario internacional que no les pertenece.

Alinear a Venezuela con Irán en su enfrentamiento con Israel no es solo un error estratégico: es una traición al pueblo y a los propios militares.

Este conflicto, complejo e impredecible, está a miles de kilómetros de nuestras fronteras, pero sus consecuencias podrían ser devastadoras para un país incapaz de soportar más cargas.

¿Por qué arriesgar a Venezuela en una guerra que no es nuestra? ¿Por qué exponer a unas Fuerzas Armadas debilitadas por años de desinversión y politización a un escenario donde solo hay pérdida?

El alto mando militar, en lugar de garantizar la seguridad nacional, ha elegido la sumisión ciega al régimen criminal de Nicolás Maduro y sus secuaces.

Al respaldar una postura beligerante que sirve a intereses geopolíticos extranjeros, al narcotráfico y al terrorismo; han sembrado un profundo malestar en las filas de la FANB.

En cada cuartel y puesto fronterizo, hombres y mujeres uniformados sueñan con una Venezuela libre, próspera y en paz.

Pero esos sueños son aplastados por órdenes que los obligan a hacerse la vista gorda ante los carteles de la droga y grupos terroristas y ahora también a prepararse para un conflicto ajeno, que podría desencadenar sanciones, represalias internacionales o, peor aún, una confrontación militar que Venezuela no puede enfrentar.

El malestar en las FANB no es solo físico; es una herida moral.

Los soldados no quieren ser peones en un juego de mafias y de poder.

Sus fusiles, destinados a defender la soberanía y la constitución, no deberían respaldar causas que traicionan los valores del pueblo.

Cada orden de complicidad y beligerancia es un golpe a su orgullo, su honor y su esperanza de un futuro mejor.

Venezuela no merece más aventuras irresponsables. La prioridad es respetar la soberanía popular, expresada nítidamente el 28 de julio pasado, sanar las heridas internas, reconstruir la economía, garantizar la seguridad alimentaria y devolver la dignidad a una nación que ha sufrido demasiado.

Involucrar al país en el conflicto entre Israel e Irán es un acto de negligencia que amenaza con destruir la poca confianza que queda en las instituciones.

El pueblo sabe que las FANB son víctimas de un sistema que las utiliza sin considerar su bienestar.

Venezuela merece un futuro donde las Fuerzas Armadas sean un pilar de estabilidad, no una herramienta de represión y complicidad.

Por nuestras familias y nuestra patria: ¡basta de aventuras locas y corrupción!

Es hora de construir una Venezuela libre y próspera.

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