Dolor de abuelo en Venezuela; Por Omar González Moreno /@omargonzalez6
Mar de Fondo
Venezuela conmemoró el Día del Adulto Mayor, pero en el pecho de nuestros abuelos no hubo espacio para celebraciones.
En su lugar, se hizo presente un nudo de angustia, un eco de lucha y un lacerante silencio que resonó en cada rincón de un país que les ha dado la espalda.
Estos hombres y mujeres, que dedicaron sus vidas a construir una nación, hoy enfrentan el abandono, la miseria y el olvido.
Son los integrantes de un sector de la población completamente olvidado por una dictadura criminal que se robó todo lo que ellos cotizaron de sus salarios durante su vida laboral y ahora están prácticamente en la indigencia.
Nuestros abuelos, pilares de familias, maestros de generaciones, trabajadores incansables de la administración pública y de las empresas privadas, que hoy caminan por un sendero de espinas.
Sus pensiones, que deberían ser un reconocimiento a décadas de esfuerzo, son una burla cruel: un puñado de bolívares que no alcanza ni para una arepa, mucho menos para las medicinas que sus cuerpos agotados reclaman.
El hambre, esa sombra implacable, acecha sus días, mientras el régimen que los ignora sigue saqueando lo poco que queda y hasta los sueños de una nación.
Pero en medio de la adversidad, ellos no se rinden.
Con la piel curtida por los años y el corazón encendido por la dignidad, los adultos mayores de Venezuela siguen alzando su voz.
Protestan en las calles, con pancartas temblorosas pero firmes, exigiendo lo que es justo: una pensión decente, acceso a medicinas y el derecho a vivir con la dignidad que merecen.
Son guerreros de una batalla desigual, enfrentándose a un sistema corrupto y destructor que los ha relegado al rincón más oscuro de la indiferencia.
Cada arruga en sus rostros cuenta una historia de sacrificio.Cada paso lento es un testimonio de resistencia.
Ellos, que alguna vez fueron el motor de escuelas, hospitales, oficinas y hogares, hoy son olvidados por un régimen que prefiere el lujo de unos pocos al bienestar de quienes lo dieron todo.
Pero no están solos. Sus voces, aunque apagadas por el cansancio, resuenan en el alma de un pueblo que los admira y los acompaña.
En el Día del Adulto Mayor, no bastó con un homenaje vacío.
Es hora de actuar, de exigir justicia, de devolverles la dignidad que les fue arrebatada.
Que el mundo sepa que en Venezuela nuestros abuelos no solo sobreviven, sino que luchan con una fuerza que ningún régimen puede apagar.
Que su clamor sea nuestro grito, que su dolor sea nuestro motor, que su esperanza sea la chispa que encienda el cambio.
Dios bendiga a nuestros abuelos, faros de resistencia en la tormenta.
Que su lucha no sea en vano y que pronto vean una Venezuela donde puedan vivir, no solo existir. Porque mientras ellos sigan de pie, nosotros también lo estaremos. ¡Por nuestros adultos mayores, por la justicia, por la libertad!