Maduro aniquiló el turismo; Por Omar González Moreno / @omargonzalez6
Mar de Fondo
Venezuela, siendo un país dotado de paisajes deslumbrantes y una rica diversidad cultural, se enfrenta a una realidad desgarradora: el turismo internacional ha desaparecido por completo.
Las playas paradisíacas de Margarita, Mochima, Morrocoy, Los Roques, La Tortuga y tantas otras; la majestuosidad de los Andes, el Macizo Guayanes, los llanos y la exuberante selva del Amazonas ya no resuenan con la risa de extranjeros.
En su lugar, reina un silencio que habla de un peligro latente, estimulado por la brutal dictadura de Nicolás Maduro.
El temor a ser secuestrados y negociados como rehenes por el régimen de Nicolás Maduro ha llevado a muchos a huir de las maravillas que nuestro país tiene para ofrecer.
La incertidumbre, la violencia y la corrupción han convertido a lo que una vez fue un paraíso soñado por millones de turistas del mundo entero en un lugar temido.
La imagen de un país que acogía a visitantes de todas partes del planeta, sin distingos de ninguna naturaleza, ha sido sustituida por relatos de angustia y desconfianza en contra de una desalmada organización criminal que asaltó el poder en Venezuela.
Cada rincón de nuestra patria, desde el calor de su gente hasta la riqueza de su naturaleza, se ve opacado por la sombra de la inseguridad de esta cruel y corrupta autocracia.
Los restaurantes, los hoteles y las atracciones que solían vibrar con vida ahora luchan por sobrevivir, atrapados en un ciclo de desesperanza.
Los venezolanos, que hemos sido siempre un pueblo amable y hospitalario, sentimos la tristeza de ver cómo nuestro hogar se aleja de las miradas curiosas y el reconocimiento internacional.
El fin del turismo no solo afecta la economía, sino que también cierra una puerta a la comprensión y el intercambio cultural.
Las historias compartidas, las sonrisas de bienvenida y la posibilidad de unir corazones a través del viaje han quedado relegadas al pasado.
Venezuela, con su innegable belleza, aún espera a ser redescubierta, pero el camino hacia ese renacer pasa por erradicar primero el yugo tiránico.
Es crucial unir esfuerzos para generar ese cambio, para que pronto el murmullo de los visitantes regrese a las calles de cualquier ciudad o pueblo de nuestra hermosa nacion y se transforme en un himno de esperanza y renovado aprecio por un país que merece ser visto con ojos de amor y respeto.
