El régimen de Maduro se cae; Por Omar González Moreno
Mar de fondo
Quienes analizan el comportamiento de Nicolas Maduro y su entorno, después de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, afirman que este régimen se está cayendo.
Solo en la desesperación o en la agonia, los dictadores como Maduro son capaces de hacer las locuras que realiza este ocupante transitorio del Palacio de Miraflores.
Anoche, por ejemplo, agentes de seguridad de Maduro quisieron asaltar la sede diplomática Argentina en Caracas, ahora bajo custodia de Brasil, donde nos encontramos asilados seis miembros del equipo de campaña de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia.
Una accion que ha generado gran preocupación internacional, ya que los agentes del régimen de Maduro cortaron la electricidad y amenazaron una sede diplomática, violando así la inviolabilidad de los locales diplomáticos, un principio fundamental del derecho internacional.
Este acto ha sido condenado por diversas naciones y organizaciones internacionales, quienes han subrayado la importancia de respetar las normas que garantizan la seguridad y la inmunidad de las misiones diplomáticas.
Por otra parte, cada vez que se presenta en público, Maduro parece que se apoya en el muro del Terrorismo de Estado para no sucumbir a la debilidad y hace lo imposible para no darnos la impresión de su derrota por la falta de apoyo nacional e internacional.
Demacrado y ojeroso mira a la gente como ofendido y cuando quiere decir algo, parece que los insultos también se le han perdido en su atormentada memoria.
Apenas si puede balbucear amenazas que salen de su boca como cochinos del chiquero. En tropelia.
Sabe que afuera la calle arrastra a millones de venezolanos que votaron en su contra y esperan expectantes que se respete su voluntad.
Hasta ahora no ha dicho nada del asedio de su régimen a la Embajada Argentina en Caracas qué ahora tiene izada la bandera de Brasil, gobernada por su aliado Luiz Inácio Lula da Silva.
Se mantiene aislado en su recodo palaciego, donde se ha enclaustrado y donde ya ni los intimos lo pueden consolar ni ocultar la verdad.
Los síntomas del acorralamiento son demasiado visibles, para tratar de ocultarlos.
Uno de los signos más evidentes es el incremento en la represión de los grupos opositores.
Esto incluye las apresuradas ordenes de detención sin base legal de líderes políticos, las amenazas a las sedes diplomáticas, la censura de medios de comunicación y la restricción de las libertades civiles.
El régimen que se siente amenazado recurre a tácticas autoritarias para tratar de mantener el control y suprimir la disidencia. Inútil esfuerzo.
La utilización desmedida de la propaganda es otro síntoma claro de que todo está perdido.
Los aduladores de oficio tratan en vano de reforzar su narrativa a través de campañas mediáticas que buscan desviar la atención de sus propios problemas, responsabilizando a adversarios internos o externos de la situación actual.
Así sucedió con el último apagón nacional, cuando esos mismos lisonjeros profesionales, tuvieron la infeliz ocurrencia de acusar a la líder de los venezolanos, María Corina Machado, de ser la responsable.
Otro síntoma muy claro de que el régimen de Maduro va a caer es la erosión de las instituciones por expresas órdenes del tirano.
Esto incluye la manipulación del poder judicial, el CNE, la cooptación de organismos autónomos, y otras acciones que buscan debilitar las estructuras que pudieran en un momento dado cuestionar la autoridad de Maduro.
El uso desproporcionado de la policía y el abuso de fuerzas armadas en asuntos de seguridad pública es tambien un indicativo de que este régimen está acorralado.
Esta militarización busca proyectar fuerza y disuadir protestas, también busca generar un clima de miedo entre la población.
Ante la presión, el moribundo régimen de Maduro implementa reformas de manera apresurada, sin consultas previas o diálogo con la sociedad civil.
Estas reformas empeoran las cosas, pues resultan impopulares e intensifican el descontento social.
Finalmente, el régimen acorralado enfrenta una crisis de legitimidad total.
Todo el mundo sabe que Maduro perdió las elecciones por paliza y que pretende aferrarse al poder mediante el uso de la fuerza.
Hasta sus antiguos aliados de la izquierda le dicen ¡Pobre Maduro! bailó salsa, comió Caviar y ahora le llaman ¡El Perdedor del Foro!
Mientras tanto, la pérdida de apoyo popular y el descontento generalizado se traducen en protestas masivas y desobediencia civil, lo que pone aún más en tela de juicio su capacidad para mantener el control de manera efectiva.
En resumen, los síntomas de un régimen que se cae son multifacéticos y reflejan un estado de descomposicion tanto en su administración como en la percepción pública.
Estos signos podrían tener graves implicaciones para la estabilidad política y social de un país harto de sus abusos y quebrado por la corrupción, generando un ciclo de conflicto y resistencia, hasta que inexorablemente llegue a su final.