Venezuela en Canarias; Por Mitzy Capriles de Ledezma
Volver a visitar Canarias, es vivir la posibilidad de sentirse en Venezuela. Así como lo leen. No exagero, para nada. En tiempos es los que Antonio Ledezma estaba injustamente privado de su libertad, en estas islas encontré el respaldo incondicional de sus lideres, de todas las tendencias políticas, para sobrellevar esa pena compartida con miles de madres y esposas venezolanas que escarmentábamos el dolor de saber que nuestros seres queridos estaban siendo víctimas de la criminalización del derecho a la disidencia. Ahora que retorno junto con Antonio, libre de esas prisiones, es posible reencontrarnos con las tradiciones y costumbres venezolanistas que miles de canarios hicieron suyas en esas décadas de estancia en nuestras tierras.
En Canarias, su gente, tienen como un tatuaje grabado en la memoria del corazón, esa gratitud que deja ver la bondad de los españoles que se fueron años atrás a Venezuela, haciéndola la octava isla, como suelen exclamar con emoción contagiosa. Es la manifestación de agradecimiento por haber sido recibidos con hospitalidad, por el cariño y el respeto que sirvió de alquimia para entrelazar a legiones de familias canarias con las raíces autóctonas venezolanas, que esos visitantes inmigrantes asumieron plenamente.
Ahora se han invertido los términos: somos los venezolanos los que nos hemos visto compelidos por las circunstancias por todos conocidas, a tener que salir, forzosamente, de nuestra patria a buscar cobijo y aleros en donde guarecernos de esa tormenta política y humana que nos conmueve. Y la verdad sea dicha, si en algún rincón del mundo se siente ese retorno y compensación de afectos, cariño y respeto, hacia los venezolanos que huyen de esas calamidades que los acosan en suelo nacional, es en las Islas Canarias.
Fue emocionante poder conversar, improvisadamente y de manera casual, con muchachas y jóvenes de mi país con los que nos tropezábamos en las calles de Tenerife y que detenían sus bicicletas, haciendo un inesperado paréntesis en sus jornadas de trabajo, para confundirnos en abrazos cargados de emociones que explotaban en esos pechos y brazos que buscaban extenderse hasta el terruño natural, como en gestos premonitorios del pronto regreso. Tal como lo hablaron con Antonio centenares de mujeres y hombres en sus diferentes jornadas de trabajo, como la conferencia dictada en la universidad de La Laguna o el emotivo acto de presentación de su libro, Venezuela, Política y Ambiente, efectuado en el Real Casino de Tenerife.
El recuerdo que aquellas remesas que los canarios residentes en Venezuela, hacían llegar a sus familiares en La Palma, en La Gomera o a Santa Cruz, ahora se invierte, porque ahora son, en esta circunstancia, miles de venezolanos que han emigrado los que tratan de aliviarle las penurias a sus respectivas familias, enviando cada mes, desde Canarias, el cheque en euros para que tratar de sortear tantas limitaciones a la hora de comprar algo de comer. Bien reza el dicho: “hoy por ti, mañana por mí”. ¡Dicho y hecho!
Pero a la vista de los venezolanos está la fecha del 28 de julio; en ese calendario apunta la mirada y la fe de millones de ciudadanos que aspiramos dar el salto de retorno a la tierra amada, sin olvidarnos de los gestos solidarios, como estos que nos prodigan los hermanos de las Islas Canarias. ¡Que Dios los bendiga siempre!