Crimen organizado y política; por Pedro Corzo / @pedrocorzo43
Desde hace varios años politólogos y analistas, entre otros, Carlos Sánchez Berzaín, vienen denunciando el control que ejerce el crimen organizado sobre la política hemisférica, situación que se reitera con el vil asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia del Ecuador, paralelo, a la represión sistemática y permanente que ejecutan los gobernantes de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
Cada día es más evidente que para que los malos ganen, es suficiente que los supuesto buenos no hagan nada, actitud en la que tienen mucha responsabilidad los funcionarios electos, la burocracia y hasta los cuerpos encargados de imponer la ley y el orden, que, al parecer, han olvidado el consejo del Libertador, Simón Bolívar, “Llamarse jefe, para no serlo, es el colmo de la miseria” , aunque en honor a la verdad, muchos de estos sujetos, solo buscan apropiarse de los dineros de la delincuencia.
El crimen contra el periodista candidato, es también un ataque a fondo a la democracia ecuatoriana, que refleja, la impunidad con la que actúa una mafia internacional que no reconoce fronteras cuando de la defensa de sus intereses y privilegios se trata.
Esa pandilla transnacional, cuenta con amplísimos recursos que le proveen sus sucios manejos y disfrutan de la impunidad que le confieren aliados poderosos entre los que destacan los sucesores de los Castro en Cuba, Miguel Díaz Canel y los inenarrables Luis Inacio Lula da Silva y la dupla Fernández-Fernández, por demás, estrechos aliados de los peligrosos gobernantes de Rusia, China e Irán.
Ecuador fue una víctima del Socialismo del Siglo XXI, en la persona del déspota Rafael Correa, como lo han sido Bolivia a través de Evo Morales y Nicaragua por medio de esa pareja de depredadores que integran Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Correa sigue teniendo una amplia influencia en su país, y, a pesar de haber sido sancionado por corrupción, semejanzas con el actual presidente de Brasil es pura coincidencia, controla un amplio segmento de la política ecuatoriana a través de fieles servidores y de un sector del electorado que no comprende que el paraíso en la tierra no se consigue por decreto, sino por trabajo e ingenio.
Villavicencio fue un duro crítico de los diez años de mandato de Correa y aun, después que éste dejó el gobierno, al extremo, que en una ocasión se preguntó, ¿Está permitido que un delincuente prófugo haga campaña?, a lo que el ex gobernante respondió, “Eres un cobarde sinvergüenza”, agregando un comentario digno de Nostradamus, “Pronto se te acabará la fiesta”.
El asesinato siempre ha estado presente en la política hemisférica, pero desde hace unos años, la asociación de fuerzas políticas y la delincuencia instituida, se ha fortalecido en detrimento de los derechos de todos, probablemente, como resultado del deterioro de los valores que enarbolaron agrupaciones políticas que se corrompieron, aun antes de ser gobierno, vinculándose al tráfico de estupefacientes.
Tal vez el ejemplo más notable está representado en la estrecha asociación de Hugo Chávez con narcotraficantes nacionales y extranjeros, aunque es justo recordar que se le atribuye a Ernesto Guevara, el haber dicho, que había que inundar a Estados Unidos de narcóticos para destruir su juventud y dejar al “imperio sin futuro”.
Además, desde los lejanos 80, el entonces subsecretario de Estado de EE.UU. para Asuntos Interamericanos, Thomas Enders, denunció ante el Senado de su país que Cuba participaba en el tráfico de drogas y armas, años más tarde, explotó el caso del general Ochoa y los hermanos La Guardia.
No obstante, fueron Chávez y sus herederos, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, bajo el liderazgo de Fidel Castro, quienes asociaron, con eficiencia máxima, la política al crimen organizado, a través de las propuestas del Socialismo del Siglo XXI, un eje que, con sus nuevas consignas, ha rendido grandes beneficios a quienes buscaban el poder y el enriquecimiento ilícito.
El SSXXI fue parte de un proceso constante de reinvención de estrategias, en la actualidad, hay nuevas variantes, al servicio de quienes odian la democracia y el disfrute de la libertad por los otros, sin embargo, el verdadero peligro radica en dejar de aplicar las leyes, y permitir, que el orden sea violentado impunemente, conduciendo inexorablemente a la decadencia en todos los aspectos, inclusive, de quienes se hacen cómplices de la caída.