Resentimiento Presidencial ; por Pedro Corzo / @pedrocorzo43
Es difícil entender que motiva a los electores de un país elegir individuos que por sus antecedentes son una amenaza a sus derechos, aunque sin dudas es más complicado razonar que puede impulsar al electorado seleccionar sujetos cargados de inquinas, frustraciones y complejos, dos circunstancias particularmente propicias para crear una tormenta perfecta, ambiente, que, a mi parecer, se puede producir en Colombia.
Sobra decir que nunca habría elegido al señor Gustavo Petro. Desconfió de caudillos populistas identificados con posiciones extremistas con antecedentes de violencia, por demás, su vicepresidenta, la señora Francia Márquez, es la suma de todo lo opuesto que debe dignificar el voto popular, y esto no tiene nada que ver con su negritud, porque quien escribe es un cubano, y en la Isla, como siempre se dijo, “el que no tiene de Congo, tiene de carabalí”.
La señora Márquez, una persona que en los medios refleja una victimización sistemática por el color de su piel y su condición de mujer, da la impresión de ser racista, de discriminar a la vez que se siente segregada, y como colofón, de creerse con mas prerrogativas que el resto de los ciudadanos al declarar a la revista Semana que el uso injustificado de un helicóptero no generaría tanto escándalo “Si fuera blanca y de élite, no estuvieran haciendo escándalo porque es normal. Es normal que, a una persona de élite, que nació en cuna de oro, la transporten en esos equipamientos y esas aeronaves, pero no es normal que una mujer que trabajó en una casa de familia y que ahora es la vicepresidenta de Colombia se transporte en eso. Pues de malas, y lo siento”.
La profunda envidia que refleja la señora vicepresidenta hacia la clase pudiente, es mas fuerte que cualquier compromiso con la justicia. Sus frecuentes declaraciones cargadas de resentimientos y rencor me recuerdan una canción de los años setenta en Cuba que decía, “los pobres son buenos y los ricos malos”, por cierto, el cantante se exilió años después junto a los pobres y ricos que despreciaba en sus interpretaciones.
Admito, que nunca entenderé al electorado que votó por el dúo Petro-Márquez y sus asociados. Primero por los compromisos y propuestas políticas de ambos y los modelos ideológicos que promueven, al decir el mandatario, “que la caída del muro de Berlín, 1989 no 1993, y la ilusión de la Unión Soviética, fue una derrota del movimiento obrero a escala universal”, lo que evidencia que este señor, aun defiende el socialismo real, el estalinismo.
Después de estas afirmaciones no debe sorprender que la ínclita y paradigmática ciudadana Francia Márquez, declare que Cuba no está regida por una dictadura de 64 años y que Colombia debe seguir el modelo de salud castristas, cuyas características fundamentales son que los familiares de los enfermos deben enviar a la Isla las medicinas necesarias y los centros sanitarios no cuentan con los mas elementales instrumentos para prestar un servicio adecuado.
Por otra parte, es cierto que el régimen cubano no exporta armas, pero uno de sus métodos para mantener su rígido control social es vender a sus profesionales, particularmente médicos, en su mayoría, siempre listos a prestar servicios fuera del país para mejorar sus condiciones de vida, no por humanismo.
Señora vicepresidenta, José Martí, dijo “La ignorancia mata a los Pueblos” y con todo respeto, le recomiendo que mate su ignorancia.
Estoy entre los convencidos de que la democracia es el mejor sistema que existe, también, que uno de los compromisos esenciales de políticos y ciudadanos, es educarse en sus derechos y en el de los otros, con el objetivo de ser mejor en el rol que corresponda y así, evitar elegir personas que no tienen la debida competencia ni respeto por lo demás.
Hace unos días mi esposa, por cierto, colombiana, me mostró unas declaraciones del señor, José Miguel Quintana, “Los marihuaneros somos los que vamos a hacer las leyes en este país, les guste o no a los gremios.”
Después de estos truenos, reproduzco un titular de la revista semana, “Colombia va mal. Los nubarrones de la economía, el deterioro del orden público, la disparada del narcotráfico, la poca efectividad de la fuerza pública y la incertidumbre por las reformas tienen a los colombianos sumidos en el pesimismo”, agrego, en particular, sus gobernantes.