Justicia revolucionaria; por Pedro Galvis / @pgalvisve
La pantomima puesta en escena por la irrita asamblea nacional oficialista, en un intento por lavarle la cara al sistema de justicia venezolano, es la continuación de un conjunto de violaciones que en este episodio empezó con la modificación de la ley del Tribunal Supremo de Justicia, en la que se establecieron reformas irregulares, como el inconstitucional aumento de diputados en el Comité de Postulaciones Judicial; la reducción de magistrados de 32 a 20; además en abierta violación del artículo 264 constitucional que señala que los magistrados del TSJ serán elegidos por un único período de 12 años.
Tras la oficialización de los nombramientos la mayoría de los funcionarios designados ocuparán estos cargos por más de 20 años. Para presentar un sistema de justicia a la medida, una suerte de “justicia revolucionaria”, que no es justa, no es legal y finalmente no es justicia. Porque para que la justicia pueda ser considerada como tal, debe ser independiente, imparcial, autónoma y oportuna, y este no es el caso.
El régimen sabe muy bien, que este adefesio no será reconocido, correrá la misma suerte de la Espuria Constituyente del 2017, de la irrita asamblea nacional y las pseudo elecciones presidenciales del 2018. Pero intentan la maniobra para vender la imagen a la Corte Penal Internacional (CPI) de que en Venezuela se está reformando el sistema de justicia y con ello dar cumplimiento a las exigencias de ese órgano. También para simular disposición a cumplir los acuerdos parciales pactados en Mexico, y con ello intentan lograr alguna flexibilización de las sanciones, y finalmente para continuar el cuento de la supuesta normalización del país, con la esperanza de atraer incautos para que inviertan su dinero en un país sin estado de derecho, donde no se garantizan los contratos que se pudieran suscribir. Esa es la realidad, pero siempre hay incautos que ignoran los hechos.
Los venezolanos debemos entender que con un sistema de justicia al servicio del régimen que usurpa el poder en Venezuela, sería una ingenuidad pensar que podremos contar con una justicia regida por reglas y normas conocidas. Sin la protección de un estado de derecho, no tenemos la libertad para procurar nuestros fines y deseos, para vivir con dignidad o alcanzar nuestras mayores aspiraciones, cualquiera que ellas sean. Somos rehenes de los caprichos de los burócratas del régimen, y como bien lo expresó Immanuel Kant: «el hombre es libre si sólo tiene que obedecer a las leyes y no a las personas».
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