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Relatos de San Mateo; por Omar Gonzalez Moreno / @omargonzalez6

Relatos de San Mateo; por Omar Gonzalez Moreno / @omargonzalez6

Crónicas de Anzoátegui

San Mateo, la capital del Municipio Libertad del estado Anzoátegui, es un pozo sin fondo de interesantes anécdotas históricas.

  Allí se dio el primer grito de independencia, se instaló la primera fábrica de casabe del que se tenga registro y fue el lugar donde el Libertador Simón Bolívar adquirió el célebre caballo que usó en las más importantes batallas de la guerra de independencia.

En efecto, la verdadera historia de San Mateo, comienza el 21 de septiembre de 1715, cuando el fraile español Juan Moro, junto a treinta indígenas pertenecientes a la etnia Cumanagoto, se establecieron a las orillas de la quebrada de Orituco.

Nace con el nombre de San Mateo de Orituco, en reconocimiento al gobernador de Nueva Andalucía o Provincia de Cumaná, Capitán General Mateo Ruiz del Mazo, quien proporcionó los recursos necesarios para fundar un poblado que sirviera de punto de apoyo a las pretensiones misioneras de acercarse al río Orinoco.

Documentos de la época dicen que en muy pocos días, el Fray Juan Moro y sus treinta indígenas Cumanagotos levantaron la capilla, la casa del cura, trazaron las calles y demarcaron la plaza.

A partir de entonces, aquellos primeros pobladores de San Mateo se dedicaron fundamentalmente a la siembra de yuca, cultivo que producían extraordinarias cosechas.

Tanto es así, que ya para 1717 habían instalado en la localidad la primera fábrica de casabe del que se tenga registro, con el propósito de comercializar el producto en Barcelona, “A fin de poder comprar vestimentas para que las mujeres no continuaran asistiendo a misa desnudas”, según relato del Fraile Juan Moro.

En 1744, San Mateo es elevado a la categoría de parroquia eclesiástica, con el nombramiento del Sacerdote Pedro Cordero, oficialmente el Primer Cura Párroco de dicha población.

En 1745 es designado Ricardo Carvajal como primer Corregidor o “Cabeza de Su Majestad”, lo que generó roces entre religiosos y laicos, disputa que desembocó en una gran revuelta popular.

Esa rebelión ocurre en San Mateo el 6 de enero 1757 y trasciende a la historia como el primer grito de independencia que se dio en el Oriente Venezolano.

Pasarían más de 50 años para que en Caracas se produjera un movimiento similar, como en efecto ocurrió el 19 de abril de 1810, cuando se da el primer paso en firme para la emancipación de Venezuela.

Por cierto, que San Mateo fue también una de las primeras poblaciones del Oriente venezolano que se sumó a esa insurrección, designando una junta patriótica local, que expulsó al representante de España, un catalán de nombre Cristóbal Coll, quien se hacía llamar el Gran Señor Feudal de la zona.

Además, un joven nacido en San Mateo, de nombre Demetrio Alfaro, fue uno de los directivos de la Junta Patriótica de la Provincia de Barcelona, y tuvo una destacada participación en ella, tanto así que al morir sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional. 

También dice la historia que el 26 de marzo de 1817, llegó a San Mateo el Libertador Simón Bolívar y allí seleccionó el caballo cebruno, color dorado, sobre cuyo lomo dirigió las más importantes batallas de la guerra de independencia, incluyendo la de Carabobo.

 Una vez conquistada la libertad de Venezuela, el Congreso Nacional creó el Cantón de San Mateo, a la que incorporó las parroquias de Chamariapa, Santa Rosa, Úrica, Quiamare y el Carito.

Esa titularidad la tuvo San Mateo hasta el 7 de mayo de 1855, fecha en que fue creado el cantón de Freites, con Cantaura  como cabecera e integrado por las parroquias de San Mateo, Urica y Santa Rosa.

Más tarde, la población de San Mateo fue elevada a la categoría de capital de Distrito y luego del Municipio Libertad del estado Anzoátegui.

Así es San Mateo, su historia es la de unos 8 mil habitantes que sobreviven al olvido plural y singular, al olvido oficial y particular, mejor dicho, a todos los olvidos, incluyendo el de sus dos siglos de rica historia.

Las Cumbres Iberoamericanas; por Pedro Corzo / @pedrocorzo43

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La frontera escarnecida; por Cesar Pérez Vivas / @cesarperezvivas

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