El juego de la gallina en la política venezolana; por Pedro Galvis / @pgalvisve
Venezuela es un torbellino de situaciones y de emociones, demasiadas cosas afectan la normalidad y la vida de los ciudadanos en el país. La incertidumbre ante el manejo de la pandemia derivada del virus chino, el alto costo de la vida, los escándalos por corrupción, la pérdida de casi el 90% del producto interno bruto en 20 años, el crecimiento exponencial de la pobreza, todas consecuencia de las políticas socialistas de quienes ejercen el poder desde hace 22 años. Sin embargo, sigilosamente y con cuidado para no llamar demasiado la atención, algo está pasando bajo la mesa de la Venezuela política, que me hace prever, para bien o para mal -esperemos que para bien- un desenlace a la grave crisis política, económica y social que nos agobia a los venezolanos.
Aún cuando por momentos nos cueste identificar claramente los bandos en pugna. En en una suerte del “juego de la gallina”, las partes se disputan el poder. El régimen busca conservar el poder a toda costa y opositores hacen esfuerzos para desalojarlos del mismo. Hoy sabemos que resulta menos complicado mantener el poder, que acceder a él, sobre todo cuando quien lo detenta, se ha atrincherado y aparenta estar dispuesto a hacer cualquier cosa, inclusive a cometer los peores actos contra la humanidad con tal de preservarlo, como es el caso en Venezuela.
El “juego de la gallina” forma parte de la llamada teoría de los juegos. Un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar las interacciones en estructuras formalizadas de incentivos. Es una herramienta que contribuye a comprender la conducta humana frente a la toma de decisiones. En este caso, es una competencia en la cual dos conductores enfrentan sus vehículos uno contra el otro en una carrera mortal con trayectoria de colisión. El primer conductor que se desvíe de la ruta pierde y es castigado por comportarse como un gallina.
Como método de negociación, se fundamenta en la idea de crear presión psicológica hasta que uno de los participantes abandone sus propósitos y ceda su espacio al contrario. Es una estrategia en la que cada una de las partes retrasa hacer concesiones hasta que el final del período de negociación es inminente. El objetivo es que la presión psicológica sirva para obligar a un negociador a ceder, para evitar un resultado negativo. En este contexto, es una táctica muy peligrosa, ya que si ninguna de las partes cede se producirá una colisión, donde todos pierden no obstante haber ganado el juego.
A estas alturas del juego, en lo que se refiere a la política venezolana, no hay nada claro, los anuncios de la oposición oficial de no participar en farsas electorales hasta que no hayan garantías para realizar elecciones libres, justas y verificables tanto para la presidencia de la República como a la Asamblea Nacional, se ven diluidas por los ruidos de otra oposición complaciente y útil a los propósitos del régimen, que cual esquiroles en una huelga, se presentan para quebrar la estrategia de máxima presión, y sin mayores explicaciones se muestran prestos a participar como sea, en cuanta convocatoria electoral le pongan al frente, más que una carrera para gobernar, pareciera un esfuerzo por enchufarse.
Aquí los demócratas, interesados en recuperar la libertad, debemos cerrar filas alrededor de objetivos específicos, que permitan transitar una ruta claramente definida para derrotar al régimen y sus pretensiones de perpetuar al conglomerado criminal que conduce al país al atraso prehistórico con sus propuestas socialistas de estado comunal, que solo traerán más ruina y desolación a los venezolanos.
Algunos movimientos se están dando en esta dirección, conversaciones entre grupos afines se realizan diariamente, identificando los puntos de coincidencia y los nudos gordianos que imposibilitan avanzar en la configuración de una nueva alianza para enfrentar y derrotar al régimen, pero el trabajo continúa y los esfuerzos por lograrlo no se han abandonado, en cualquier momento se debe producir un resultado.
Mientras tanto a los ciudadanos nos corresponde, seguir el proceso de comunicación y acumulación de fuerzas, para organizarlas y articularlas para ponerlas al servicio de la causa de liberación nacional a la brevedad posible porqué en el momento indicado, este 80% de ciudadanos que repudiamos al régimen, estando debidamente organizados y articulados constituyen una enorme fortaleza, suficiente para derrotar a la tiranía. Sigamos trabajando.