De Porfirio a José Daniel y Otero Alcántara; por Pedro Corzo /@pedrocorzo43
La juventud cubana siempre ha ocupado lugares protagónicos en la lucha. Primero fue por la independencia, luego, por el fortalecimiento de la democracia y la soberanía nacional.
Fueron jóvenes; muy jóvenes como José Martí, quienes tomaron la bandera de la independencia desde casi su primer aliento. También fueron jóvenes los que enfrentaron la dictadura de Gerardo Machado y parecida edad tenían quienes confrontaron al régimen de Fulgencio Batista.
Pero fue el establecimiento del régimen totalitario castrista la mayor y principal motivación para que la juventud cubana se involucrara en la política. Unos en la lucha por la democracia, otros en el fortalecimiento de la dictadura.
El país se dividió profundamente. Representantes de diferentes generaciones se escindieron, pero fueron los jóvenes, con el arrojo y la espontaneidad que les caracteriza, los que se hicieron verdugos de la tiranía o abrazaron el martirologio, como fue entre otros muchos, el fusilamiento de Porfirio Ramírez, “El Negro”, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, FEU, de la Universidad de Las Villas.
Tal fue el escándalo por su sentencia a muerte, que los estudiantes se manifestaron en la ciudad de Santa Clara para que su vida fuera respetada, como ha descrito su amigo Roberto Jiménez. El fusilamiento ocurrió el 12 de octubre de 1960, junto a Porfirio fueron ejecutados, Plinio Prieto, Sinesio Wash Ríos, José A Palomino Colón y Ángel Rodríguez del Sol. Pocos días después, entre los numerosos fusilamientos en los que la juventud cubana era masacrada, se produjo el del dirigente sindical Gerardo Fundora, que también se había alzado en armas en la provincia de Matanzas.
La dictadura tiene pleno conocimiento que la represión, por cruenta que sea, no extingue la devoción por la libertad de un amplio sector de la juventud cubana. Se pueden mencionar numerosos cubanos que a través de estas largas seis décadas han dicho presente al llamado de su conciencia, a pesar de las duras consecuencias.
Los sesenta y setenta fueron iluminados en Cuba por el fuego de los disparos contra patriotas que eran ejecutados. En los ochenta Ricardo Bofill y sus colaboradores deslumbraron con el Comité Cubano Pro Derechos Humanos. En los 90 fue el resurgimiento de la sociedad civil que la policía política, a pesar de sus feroces zarpazos, no logró impedir.
El Siglo XXI nos trae el Proyecto Varela de Osvaldo Paya Sardiñas y el régimen inicia las redadas de la Primavera Negra de Cuba. Condenas de 30 años a activistas que esgrimían mortíferas máquinas de escribir y terroríficos lápices. La prisión de aquellos patriotas fue dura, la intimidación a su familia brutal. Sin embargo, surgieron las Damas de Blanco, una muestra de que el compromiso de la mujer cubana con la libertad, expuesto en el presidio político femenino más cruento y numeroso del hemisferio, no se había extinguido.
Muy cierto como escribiera Manuel Pombo Angulo, en su novela homónima, “La Juventud no Vuelve”. No obstante, paradójicamente, es la edad en la que se está más presto al sacrificio, como demostraron entre otros miles el propio Porfirio, Tomas San Gil, Virgilio Campanería y Alberto Tapia Ruano.
En estos 62 años largos de lucha por la democracia en Cuba han ocurrido varios acontecimientos protagonizados por la juventud. Pero ninguno ha tenido el nivel ni la repercusión de los sucesos del pasado 11 de julio. Aquello fue una alborada de libertad y como afirman algunos, el preludio del fin de la tiranía. Sin duda alguna, la constancia más fiel de que cuando la mayoría silenciosa se decide a actuar no hay tirano ni tiranía que lo soporte.
La Juventud esta Plantada a la tiranía. Le ha dicho basta al régimen de oprobio que la oprime y por eso está convocando a una marcha pacífica, que de contar con el respaldo popular podría dar al traste con el totalitarismo. Puedo asegurar, que los que enfrentamos al castrismo en los sesenta y lo hemos combatido durante décadas, sentimos ante esta juventud patriota una profunda admiración. Ellos creen en la Libertad a pesar de haber nacido y vivido bajo la opresión y ante una generación con tales convicciones, no hay opresor que pueda dormir tranquilo. He ahí al verdadero Hombre Nuevo.