Venezuela y el Fin de la Clase Trabajadora; por Víctor Urbáez / @vrurbaez
Parafraseado un excelente artículo de Laureano Márquez titulado “Venezuela y el Fin del Mundo”, para adaptarlo a la situación laboral del país, que a fin de cuentos es la misma: el final de todo. ¿Puede el régimen político venezolano acabar con la Clase Trabajadora? La respuesta es sí. Hay regímenes a los que si la humanidad no les pone límites, son capaces de acabar con ella. En el caso de Venezuela no será con una guerra convencional contra los trabajadores, ni con una invasión imperialista, ni con la ocupación de las empresas. El régimen maneja unas formas más sutiles de destrucción, que fueron iniciadas como una Democracia Participativa y Protagónica de los trabajadores, donde la participación fue como actores de repartos y los protagonistas el hambre y la miseria, sin mover las orugas de nuestros tanques, que de paso no tienen gasolina para moverse, sino con una economía socialista muy bien planificada.
¿Qué nos indican los hechos? En primer lugar, si bien es cierto que la clase trabajadora tradicional se debilitó debido a la crisis económica, el acoso laboral, la desmejora de los servicios públicos, el atraso tecnológico, la diáspora bolivariana, la proliferación del empleo precario, del paralelismo sindical, y otros elementos característicos del socialismo del siglo XXI, no es menos cierto que en los últimos años, las organizaciones sindicales lejos de desaparecer se han fortalecido, se han extendido a pesar de los sindicaleros de oficio. Formando nuevos frentes de lucha que incluyen no solo a los trabajadores, sino también a los jubilados, a los profesionales de los distintos gremios y a la sociedad civil en general. Se trata, ciertamente, de una masa heterogénea, pero con una identidad propia difícil de derrotar, cuyas armas son las protestas, las redes sociales, los medios de comunicación y la calle.
En segundo lugar, la amenaza es contra la principal reivindicación de los trabajadores: “La Convención Colectiva”, que recibió un fuerte impacto destructivo como consecuencia del memorándum 2792, mezcla de la incapacidad y la ambición que caracteriza al régimen.
Una amenaza que mantiene suspendidas las convenciones colectivas y da vida a la Tabla Salarial de la Administración Pública, que “ancla” los salarios y pensiones de los trabajadores al mísero Salario Mínimo Nacional, mejor conocida como la tabla del hambre. No es desestimable la tarea del régimen, de su capacidad de expansión destructora, realizada fundamentalmente para eliminar la convención colectiva venezolana, que es vestigio de inteligencia, formación, preparación y capacidad. Y con ello acabar los logros y mejoras conquistados en el tiempo en épicas luchas sindicales: salarios dignos, óptimo servicio médico, prestaciones sociales garantizadas, entre otros tantos beneficios.
A los que argumenten que esto es una exageración, les comento que hace 21 años muchas cosas nos resultaban imposibles a los venezolanos, como por ejemplo: la destrucción de la industria petrolera y la escasez de gasolina, inmensas tragedias que “enlutan” al país y que lamentablemente irán en aumento.
No desestimen nunca la capacidad destructora de quienes llevan años de entrenamiento en ello. Debemos aunar esfuerzos, para que Venezuela retome el camino de la democracia y la libertad. La historia por venir es un libro abierto cuyas páginas se pueden vislumbrar aunque no han sido escritas, que se expandirá como el aceite sobre el agua.
A lo que voy: ya no solo a los trabajadores nos conviene que finalice esto, sino también a Venezuela, a la humanidad entera si quieren sobrevivir.
“Una dictadura es un estado en el que todos temen a uno y uno a todos”. Alberto Moravia
Ing. Víctor Urbáez
Secretario General
SUTEA
@vrurbaez
victorurbaez@gmail.com