Una nación se construye trascendiendo sus héroes y sus batallas; Por Armando Armas / @ArmandoArmas
Este 24 de Junio en el que se conmemoran los 199 años de la Batalla de Carabobo y en tiempos en que la gloria parece medirse, engañosamente, en “likes” y “RTs”, son más pertinentes que nunca las palabras del Libertador Simón Bolívar: “Amo la Libertad de la América más que mi gloria propia; y para conseguirla no he ahorrado sacrificios”.
Imagino al Libertador hace 199 años visualizando el campo de batalla. Concentrado. Ya con las cartas sobre la mesa hizo lo que tenía que hacer. Quedaba confiar en la determinación, el arrojo y las ansias de libertad de los oficiales y tropas bajo su mando.
Santiago Mariño, jefe del Estado Mayor, era un neoespartano que antes de conocer al Libertador ya luchaba en Oriente por los ideales que ambos compartían. Que idea tan poderosa es la libertad que une a personas en causas aún sin conocerse y luego, inexorablemente, las junta.
Florence O’Leary, irlandés que permaneció al lado de Bolívar como su edecán y amigo, hizo un recuento minucioso de los eventos que observaba durante toda esta época histórica de luchas por la independencia. Y es que sin O’Leary, y los otros de aquella Legión Británica, nunca hubiésemos conquistado la independencia.
El general José Antonio Páez estuvo a cargo de una de las divisiones del Ejército Libertador. Grande Páez, grandes sus lanceros. Que grandes los próceres que forjaron nuestra independencia.
Las otras divisiones las comandaban Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza. Todos ellos tenían bajo sus órdenes a patriotas venezolanos y neogranadinos; así como a británicos, irlandeses, alemanes y polacos que dejaron su sudor y sangre en el campo de batalla por nuestro país.
Como venezolano me siento orgulloso de esta historia. Me inspira en tiempos como los que vivimos, pero también me ha llamado a reflexionar sobre el hecho de que una nación se construye trascendiendo el “mito fundacional”, sus héroes y sus batallas.
Sí, hay momentos para combatir y arriesgarlo todo cuando el amor patrio es auténtico y las circunstancias apremiantes. Y eso hay que conmemorarlo con orgullo. Celebrar el honor, la valentía y la nobleza de nuestros antepasados. Sin duda hoy es un día para hacerlo.
Sin embargo, hay una enseñanza que nos deja la historia. Y es que las naciones se construyen día a día con la tarea laboriosa de sus ciudadanos haciendo lo correcto, trabajando, aspirando a la excelencia en lo que sea que se decida hacer.
Hoy se celebra el día nacional del Ejército también. “Ejército forjador de libertades” es su lema. Y creo que quien asume el uniforme y las armas para defender a la República lo hace desde temprana edad guiado por el idealismo y los motivos más nobles. Creo que aún hay oficiales y tropas que portan el uniforme que no están de acuerdo con lo que padecemos los venezolanos. Ahora, ¿son la mayoría en la institución? No pareciera.
Durante años nuestra institución castrense ha sido víctima de la desinstitucionalización sistemática a raíz de la injerencia de elementos extranjeros que han socavado los pilares fundamentales en los cuales dicha institución se debe cimentar. ¿En qué momento se pasó de ser “forjador de libertades” a protector de criminales?
Es necesario rescatar y exaltar el concepto de ciudadanía, el de asumir deberes a la vez que ejercemos y reclamamos derechos. Asumir el heroísmo cotidiano en un contexto de privaciones pasa por mantenernos fieles a la convicción de que, si hacemos lo correcto, saldremos adelante.
La libertad es un ideal por el que se lucha día a día. Se asume y se le da contenido con nuestras decisiones y nuestras acciones. Es intrínseco al ser humano; y cuando está en riesgo vale la pena arriesgar la vida si fuese necesario. La libertad que aspiramos la construimos entre todos.
Que Carabobo sea hoy para los venezolanos un recordatorio, un llamado de conciencia sobre la trascendencia que lleva consigo una visión compartida así como una gran entrega.