Al Rescate del 20 de Mayo; por: Pedro Corzo / @PedroCorzo43
Frecuentemente pienso que el proceso cubano que algunos identificamos como castrismo tiene más semejanzas con un movimiento contracultura que uno de acción política. Fue notable la rigurosidad con la que se destruyó la República y sus valores, lo que evidencia que el objetivo no era un simple cambio político o la sustitución de la clase dirigente, sino la pulverización del pasado, para edificar un presente y futuro a conveniencia del liderazgo emergente enemigo de la esencia de la nación cubana.
La larga y cruenta lucha por la soberanía nacional fue presentada como una especie de lucha de clases. No eran patriotas, sino burgueses en procura de un mayor enriquecimiento, la mayoría ciudadana no se percató de tal montruosidad.
Entre los gestores contra la República se aprecia un profundo aborrecimiento a lo que se había construido en el País. Se evalúa en la gestión de los hermanos Castro un gran odio a lo establecido y una falta de piedad con las victimas y opositores al proceso que es fácil relacionar con la afirmación de que los crímenes más cruentos son aquellos en los que el perpetrador y su víctima se conocen. Fidel y Raúl Castro odian a Cuba y lo cubano, de ahí su indescriptible desprecio y ansia de destrucción de todo lo que significamos.
Nuestra historia, costumbres y hábitos fueron adulterados como una genuina manifestación de la contracultura. Las fechas patrias desvalorizadas y los patricios de la nación sustituidos por nuevos paradigmas. Todo se revolcó. Se transformó. La educación y las relaciones sociales empezaron a desarrollarse sobre nuevos eventos y normas, con el agravante de que las categorías fundacionales de la nación y la república fueron sustituidas, eliminadas u olvidadas oficialmente.
El primer objetivo fue suprimir la fecha del 20 de Mayo y su trascedente significado. El resultado no fue la acción de un odio o desprecio repentino, se remonta a la iniciación del periodo republicano cuando se apreciaron ideas y sentimientos contrarios a esa efeméride que se acentuaron por algunos cabecillas de la popular revolución de 1933.
El ataque oficial a lo que denominaron República mediatizada incluía a los Patricios que habían sobrevivido a las Guerras de Independencias y participado en la gestación y desarrollo del primer gobierno republicano. Lamentablemente fue un amplio sector de mi generación la que con mayor entusiasmo apoyó ese concepto que tendía a quebrar una parte importante de nuestra historia y darle base al totalitarismo emergente para que pariera el periodo más infame de la nación cubana.
La figura principal de ese etapa fue un hombre de excepcional entereza y dedicación a Cuba, Don Tomás Estrada Palma, que antes de ser el primer presidente de la República, había sido presidente de la República en Armas y encarcelado por España hasta que se firmó el Pacto del Zanjón que nunca reconoció. Don Tomas, amigo y compañero de José Martí, se convirtió en el principal objetivo a destruir para el castrismo. Los errores que cometió durante su gobierno fueron magnificados y su aproximación a Estados Unidos un crimen, motivos por los cuales la contracultura desplegó una masiva campaña difamatoria con el objetivo de suprimirlo del pasado nacional.
El odio y desprecio de la dirigencia emergente contra lo establecido estaba orientado a suplantarlo todo. El objetivo del cambio era el hombre, de ahí la necesidad de reemplazar sus normas culturales para ensamblar un nuevo ser social e integrarlo absolutamente a las necesidades y conveniencia del nuevo orden.
La nomenclatura asumió que había que mostrar un pasado vergonzoso en el que la miseria moral y material estaba generalizada, donde la discriminación, violencia y abusos eran las normas, más una clase dirigente solo interesada en su beneficio propio y al servicio de una nación extranjera, Estados Unidos, maniobra que convertía a ese país en el enemigo histórico de Cuba, no solo de la Revolución.
La Contracultura llegó al poder. La republica se extinguió, y un sujeto por la estupidez e incondicionalidad de sus seguidores y la incapacidad de algunos de sus opositores, asumió la identidad de la Patria y de la República, imponiendo un régimen totalitario que ha destruido los fundamentos y valores de la nación.