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Centralismo, génesis del desastre

Centralismo, génesis del desastre

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Tremenda la sorpresa de Sebastián de Miranda y Ravelo, padre de Francisco de Miranda, cuando después de ser designado Capitán de la Sexta Compañía de Fusileros del Batallón de Blancos el 16 de Abril de 1.769, fue protestado por el Cabildo Caraqueño, ya que según ellos, no reunía las condiciones para el cargo, haciéndolo renunciar. Su derecho a ser considerado blanco y acceder a cargos militares, políticos, religiosos o administrativos, lo había logrado pagando lo necesario según estipulaba la Real Cédula de 1795 Gracias Al Sacar, mediante la cual los pardos podían "blanquear" su piel por el pago de una suma.

La Oligarquía Caraqueña fue fiera opositora a la Real Cédula que permitía tal relajamiento del sistema de castas, (blancos, pardos, indios, negros, etc), imperante en la Provincia de Venezuela y le reservaba todo el poder a la suya.

Después de la Independencia y a pesar de que la gran mayoría de los Presidentes o líderes del país no fueron caraqueños, la visión de casta de la Oligarquía Caraqueña se fusionó con la ignorancia de las autocracias logrando una nueva definición político territorial que ha destruido el potencial de nuestro país. El Centralismo.

A pesar de que en todas las Constituciones de Venezuela, el concepto Federal estuvo siempre, los autocratas, al llegar a la Capital, se las arreglaron para concentrar el poder dejando las decisiones, iniciativas, pero sobre todo el enorme potencial del resto de país, fuera de la ecuación del progreso y la libertad.

El penoso peregrinar de los provincianos a las oficinas de los indiferentes e insensibles burócratas de Caracas para solucionar el más pequeño trámite, ha  frustrado durante toda nuestra historia los esfuerzos de los provincianos, condenándolos a peores servicios y oportunidades.

El nombramiento de los gobernadores de Estado, hasta 1.989, por parte del Presidente de la República, los nombramientos de todos los cargos políticos y administrativos importantes desde las oficinas de los partidos políticos, sumado al enorme poder que significa la propiedad de los entes o empresas que manejan casi todos los medios de producción importantes del país, son una de las principales causas de nuestro fracaso.

Al llegar la Revolución, con la propuesta de redacción de la nueva Constitución, parte del país se ilusionó con que se continuaría el proceso de descentralización iniciado en 1.989, que transfirió importantes competencias, bienes y servicios a las autoridades provinciales.  Lamentablemente, los "Constitucionalistas" del momento, perdieron la oportunidad para desarrollar un Sistema Político Territorial moderno y lo que había quedado de tal proceso fue arrasado en la práctica por la Revolución, regresando al Siglo XVIII.

Es parte de la falta de valores y de espíritu democrático de los que adolece aún nuestro pueblo y sus líderes y será un reto político para las nuevas generaciones enseñarlos y fortalecerlos. Sin Descentralización no habrá progreso.

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Yovany Rojas

Crisis histórica; por: Freddy Paz / @FreddysPaz

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La tinta también mata; por Pedro Corzo / @pedrocorzo43

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