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Servidor Público

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La cola de vehículos y el tráfico en la vieja carretera de Baruta se hacía interminable. El Presidente Electo esperaba en su vivienda la llegada de embajadores, delegaciones, Alto Mando Militar y visitantes de todo el mundo para saludarlo y desearle éxito en su gestión de llevar a un país de 150 años de caudillismo a ser una democracia con todas las de la Ley. No hubo festejos ni aparatosas movilizaciones. El simple hogar de Rómulo Betancourt sirvió como escenario para todas las reuniones y conferencias y así transcurrió hasta su toma de posesión.

En 1.998 el Presidente Electo solicita al Presidente Saliente, le sea facilitada la Mansión La Viñeta, construida dentro de las instalaciones del Círculo Militar, en Fuerte Tiuna, con el propósito original de alojar a los dignatarios o Primeros mandatarios extranjeros, con seguridad y privacidad.

Es complacido en su petición y ahora en sus lujosos ambientes el Presidente Electo atiende su agenda con una impresionante custodia personal y atenciones de Primer mandatario, todo pagado por los venezolanos. Nadie se inmuta.

El efecto que producen en la opinión pública desinformada los símbolos fastuosos del poder es avasallante. El uso de cantidades de escoltas, vehículos y la separación de los mandatarios o funcionarios públicos del común de la gente, va generando ese halo de poder desconocido que usan algunos políticos para revestirse de majestad y sabiduría. Luego, las decisiones inconsultas, atrevidas, atolondradas, ilegales, impactantes y hasta ridículas, hacen lo demás. Dejan en el común de la gente la impresión de que se trata de seres superiores. Ocultan algo. Quieren ser servidos.

Las sociedades demuestran su madurez y su cultura, cuanto más su pueblo esté preparado para exigir a los funcionarios que comprendan que fueron elegidos para servir, no ser servidos.  La opinión del servidor público acerca de cualquier tema y su gestión pueden ser debatidos y analizados por el pueblo, por la prensa, por quién quiera, sin temor a enfrentar una peligrosa reacción que incluya la cárcel.

Cuanto más modesto, sencillo y tolerante un Jefe de Estado, un servidor público, mejor será su labor didáctica para su pueblo y mejor será su mandato.

El Betancourt de los sesenta, demostró que se puede gobernar sin excesos y sin lujos. No usó los aviones del gobierno para darles colitas a sus amigos, o peor aún dejárselos prestados. Ni a nacionales ni a extranjeros. No usó los recursos públicos, endeudó a su país o regaló el petróleo para ayudar a sus amigos, ni nacionales ni extranjeros como si fueran de su propiedad personal. Y acercándose el final de su mandato no gestionó quedarse “ hasta el 2021 y más”, proponiendo una reforma constitucional para lograrlo; poco original método ya empleado por casi todos los caudillos venezolanos. Renunció a la candidatura que lo llevaría con toda seguridad a la presidencia nuevamente en 1973, porque “hasta las piedras del campo saben que no aspiraré a un nuevo mandato” ya que el país requiere alternabilidad democrática.

Este es un maravilloso ejemplo de Servidor Público. Ojalá que los venezolanos lo aprendan.

Yovani Rojas / @YovaniRojas

 

Censurados; por: Freddy Paz / @FreddysPaz

Censurados; por: Freddy Paz / @FreddysPaz

​La guerra perdida - Por Omar González Moreno / ‪@omargonzalez6 ‬