El Chavismo: El fracaso llegó para quedarse; por Alonso Moleiro / @amoleiro
Por mucho que especule con las circunstancias, y que persiga argumentos desesperados, para mantener en pie sus aproximaciones religiosas al hecho social, todo articulador, militante cándido, asesor de imagen, artista plástico, fotógrafo, periodista, o defensor “ad honorem” de la causa chavista, tendría que convenir consigo mismo, en el fondo de su alma, que el experimento que tanto tiempo le ha robado, que tantos argumentos le ha puesto a rebanar y tanta tinta lo ha puesto a malbaratar, ha fracasado por completo.
La palabra “fracaso”, cobra en los actuales momentos un poderoso sentido literal. Las dimensiones del fraude chavista, y el calado de los problemas nacionales en un momento como este, superan con creces cualquier escándalo previo, cualquier referente vergonzante, cualquiera de las historias de inmoralidad y corrupción, de las que tanto han abundado en nuestra historiografía. Venezuela está mucho peor de lo que la gente cree, y es imposible no interpretar alguna solución de correspondencia entre el actual estado de cosas y las personas que la han administrado durante 16 años ininterrumpidos.
En términos longuitudinales, lo que estamos evaluando es una catástrofe económica y social labrada desde la ceguera y el dogmatismo. El país se quedó si divisas, sin músculo productivo, tomado por la delincuencia y la negociación en la sombra. Le llevará mucho tiempo a Venezuela terminar de recuperarse del daño que le ha hecho el chavismo. Baste mencionar que, en este momento, es nuestro pobre país la nación más costosa, y una de las más violentas de la tierra, de acuerdo a lo que registran prácticamente todos los ranking internacionales especializados. Descalabro económico, descomposición social, violencia sin control; corrupción a manos llenas; improvisación, atraso, emigración, violencia, aislamiento y subdesarrollo para todos los gustos. Ese es nuestro país hoy.
Luego de obtener el favor popular, los chavistas amasaron una poderosa fortuna, gracias a la expansión de uno de sus ciclos petroleros, y, en diez años, salvo montar un eficiente circo para atender inmediateces y ganar elecciones, desperdiciaron una enorme oportunidad para sacar al país del tercermundismo. Lo paradójico es que fue un movimiento que tuvo varias oportunidades de abandonar el sectarismo y desarrollar una gestión mixta, destinada a compartir el poder nacional y aceptar alternarlo. En Venezuela no hay divisas, y no hay comida, porque buena parte de los funcionarios del gobierno y sus amigos se dedicaron a hacer negocios con ellas, amparados en los mecanismos del control de cambios.
Todavía podría usted leer a nuestro estimables militantes de la revolución, si le queda algo de paciencia y no tiene nada más importante qué hacer. El mismo libreto irresponsable y pueril, el mismo mecanismo lastimoso de la triangulación de culpas, que inhibe a sus autores del deber de encararse con la realidad y de tener que asumir responsabilidades. En la Venezuela bolivariana ha fracasado todo: el combate a la inflación, el combate al hampa, al dólar paralelo, al desabastecimiento, al bachaqueo, al contrabando de gasolina. Venezuela tiene el déficit fiscal más alto del mundo y su economía sufrirá, por segundo año, una severa contracción, cercana a la escandalosa cifra de 7 puntos del PIB.
Ministros, militares, jueces, fiscales, funcionarios, periodistas, humoristas chavistas. Todos tuvieron una momento en el país. Consiguieron, durante un tiempo, salirse con la suya. Imponer sus matrices, creerse el espejismo, colar sus marramucias, apropiarse del país, consolidar el actual estado de impunidad, engañar a la gente. Pensaron que nada especial iba a suceder. En Venezuela no estaba pasando nada. Eran los medios los que se estaban empeñando en exagerar las cosas.
Es muy probable que familiares, amigos, madres, hijos y cuñados de la aristrocracia chavista, la que está en el gobierno y la que la acompaña desde casa, presenten su quejas y su inconformidad con el vergonzoso país que tenemos hoy a alguno de estos funcionarios. Lo harán en privado. Viviendo fuera de Venezuela. Cualquier cosa es preferible, incluso perder el país, salvo hacerle el juego a la derecha.
Todo el mundo sabe que las cosas han cambiado. En este momento de penurias y humillación, esos, que ayer lucían imbatibles y triunfantes, hoy lucen particularmente precarios.
Escuetos, insuficientes. Sobrepasados por las circunstancias. Pasan los días y los meses. Todo va para peor. Se imponen nuevas interpretaciones de la realidad. Nuevas realidades, nuevos procedimientos. Venezuela tiene que repensarse de verdad. Estamos a un paso de la nada. Los chavistas han fracasado, y toda Venezuela lo sabe. El fracaso de Maduro ha llegado para quedarse.
Vía Notiminuto