Procesar las diferencias en paz y libertad; por Fernando Martínez Mottola/@martínezmottola
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Juan 1:1
A partir del 6-D nos encontramos con la posibilidad de propiciar un gran vuelco en la historia de Venezuela. Un viraje que pueda servirnos para salir de la colosal crisis social, política y económica que atraviesa la nación. No se trata de tres crisis por separado, como si ellas pudieran tratarse en compartimientos aislados. Se trata de una sola y compleja crisis, con vitales componentes de tipo social, político y económico, con múltiples implicaciones que se interconectan y se retroalimentan entre sí. Inseparables. De allí que se requiera una visión integral de la cual se derive una estrategia y un plan de acción que entrelace estos aspectos primordiales en el campo de lo social, de lo político y de lo económico.
Venezuela votó por un cambio, se ha dicho hasta la saciedad. Sin duda las urgencias relacionadas con la alimentación y la salud, derivadas de la carestía y el alto costo de bienes y servicios básicos, constituye una primerísima prioridad que, como tal, debe ser atendida. El tema de la seguridad ciudadana, que cada día cobra víctimas a lo largo y ancho del país –más de 20.000 vidas por año– es otro tema que reclama premura. Los desequilibrios sociales que se han abierto en el último par de años, con unos niveles de pobreza que superan 70% y de pobreza crítica que rozan 50%, no admiten más indiferencia ni demora.
Sin embargo, cualquiera puede entender que la solución de fondo a estos problemas y otros tantos de cardinal jerarquía pasa por alcanzar un clima de paz y sosiego, propicio para el trabajo constructivo, en contraposición con el ambiente de conflictividad paralizante en el que ha estado sumida la sociedad venezolana durante los últimos quince años.
La disparidad de criterios seguirá existiendo eternamente, algo por lo demás siempre muy deseable. No obstante, en medio de tales diferencias, la sociedad debe instrumentar los mecanismos que le permitan procesarlas en paz y libertad.
Con todas sus imperfecciones, la democracia es el sistema que la humanidad ha encontrado a través de la historia para resolver sus discrepancias en armonía y concordia. Demostrar que en democracia se vive mejor tiene que ser otra primerísima prioridad para comenzar a rehacer a Venezuela. Construir el lenguaje cónsono con este propósito, sin ingenuidades pero de consideración y respeto; diferenciador y firme pero tolerante; sincero y realista pero entusiasta para transmitirlo y adaptarlo a la sociedad entera es un buen comienzo y, además, una condición indispensable. El país lo reclama. Es un tema tanto de forma como de fondo. En la sabiduría de nuestras Sagradas Escrituras ya lo encontramos desde muy temprano: en el principio era el Verbo.
Vía El Nacional