Normalidad; por: Eduardo Fernández /@EFernandezVE
¡Qué bueno que los venezolanos fuéramos un poco más normalitos! El 6 de diciembre tenemos elecciones para renovar la Asamblea Nacional, es decir, el órgano legislativo del Poder Público.
Eso debería ser un acontecimiento perfectamente normal y hasta rutinario en una democracia bien organizada. Cuando se producen unas elecciones, hay dos posibilidades: o las gana el gobierno o las gana la oposición. La hipótesis de un empate es muy poco probable.
En Estados Unidos hubo elecciones legislativas recientemente y las ganó la oposición. Los republicanos lograron mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. El país sigue funcionando con normalidad.
En Venezuela, de acuerdo con todas las encuestas, parece evidente que la oposición tiene todas las probabilidades de ganar. En esa hipótesis, lo que tiene que hacer el gobierno es analizar las causas de su derrota, rectificar los muchos errores que le han hecho perder el apoyo popular y disponerse a lo que los franceses llaman la cohabitación.
El problema surge cuando la lucha política se plantea en términos agonales; es decir, si yo gano, tú estás muerto, y si tú ganas, yo estoy muerto.
Lo civilizado y lo democrático es que puedan convivir pacíficamente distintas orientaciones políticas y tratar de cooperar en la búsqueda de soluciones para los problemas que afectan a los ciudadanos.
Es insólito que el Jefe del Estado esté anunciando catástrofes enormes en el caso de un triunfo de la alternativa opositora.
En primer lugar, el Presidente de la República no debería inmiscuirse en una elección legislativa. En su carácter de Jefe del Estado, debería mantenerse por encima de esa política.
En segundo lugar, el Presidente no puede estar amenazando con desconocer la voluntad del pueblo en el caso de que la mayoría de los ciudadanos voten por la oposición o contra el gobierno (que es lo más probable).
La figura del gobierno cívico-militar con la que nos amedrenta el Presidente, en el caso de un triunfo de la oposición, no solo no está contemplada en la Constitución nacional, sino también es un abuso de su condición de comandante de la Fuerza Armada que no tiene derecho a comprometer a la institución en debates político-electorales.
Ojalá pudiéramos abordar las elecciones legislativas con un poco más de serenidad y de normalidad y ojalá pudiéramos disponernos para un tiempo de cohabitación y no de confrontación.
Seguiremos conversando.
@EFernandezVE