La dimensión cultural del cambio (I); por: Richard Casanova / @richcasanova
Cualquiera que lea millones y "millonas" de libros y "libras" quizás logre la sensibilidad literaria suficientepara distinguir a Tarek William Saab como "uno de los grandes poetas de América Latina", tal como lo hiciera hace poco Nicolás Maduro. No descalificamos la prosa delotrora Gobernador de Anzoátegui, basta con recordar que fue él quien le quitó el nombre del maestro Andrés Bello a la Av. Intercomunal y la rebautizó como Av. Jorge Rodríguez, justo cuando en la Vicepresidencia de la República estaba el inefable“Jorgito”, hijo resentido de aquel mártir de los años 70.
Las preferencias literarias de Maduro son problema suyo hasta que las comparte en Cadena Nacional y aun así, está en su derecho de escoger entre Tarek y Andrés Eloy Blanco o Mario Benedetti. Lo indignante es que no se haga la mínima mención al Poeta Rafael Cadenas, quien por esos días recibía el Premio García Lorca. Esta mezquindad y obscena manipulación política los ha conducido a idolatrar a Robert Serra o Eliezer Otaiza -decesos que también lamentamos- mientras se desestima la muerte de ilustresvenezolanos como Simón Díaz, Zapata o Manuel Caballero, entre muchos otros. Es la misma miseria que demuestran al recibir en Miraflores a Timochenko y a cualquier otro sátrapa, mientras hostigan a la disidencia y niegan cualquier espacio para el diálogo democrático. Hablamosdel mismo gobiernoque erigeuna estatua a "Tiro fijo" y persigue implacablemente a Lorenzo Mendoza. Y así, podríamos citar decenas de disparates que caracterizan al régimen y su demencial carrera hacia el abismo, lo que explica al país desolado que vemos en cada esquina y como la cultura ha sido arrasada por el despotismo. Y el problema no es que al presidente se le funda “el poco cerebro” que le queda cuando usa casco, según confesó en una de sus peroratas. El problema es más complejo: es un modelo político devastador del pensamiento crítico, sin el cual lo cultural pierde su esencia para limitarse a la adulancia y al show.
En estos días hice una parada en lo que fue el Ateneo de Caracas, expropiado yconvertido hoy en un espacio ruinoso y agreste para el manejo sectario del hecho cultural, pretendiendo –con fines políticos- reducir el arte exclusivamente a la artesanía y la cultura sólo al ámbito de lo popular, cuestionamiento que hacemos justamente quienes protegemos a la cultura popular de la politiquería y del populismo. Lo hacemos desde la tristeza de ver perdidos espacios como el Complejo Cultural Teresa Carreño, los museos, el Teatro Municipal y hasta El Poliedro. Desde la indignación de ver la apropiación indebida de iniciativas como el Sistema Nacional de Orquestas y el saqueo de obras de arte que antes pertenecían al patrimonio nacional. Es una preocupación de quienes sabemos que la poesía no es un territorio exclusivo de los afectos al gobierno y que la política oficialista no podrá invisibilizar a Rafael Cadenas, ni consagrar a capricho a “los grandes poetas de América Latina”. En fin, estas líneas son un modesto tributo al maestro Rafael Cadenas de este humilde lector de poesía pero es también la forma de expresar nuestro pesar por la degeneración cultural impuesta por el militarismo y de advertir la permanente pérdida de identidad sustentada en el populismo y la demagogia, dejando claro que el cambio que anhela el país tiene un componente cultural esencial, sin el cual no es posible el progreso.