Edmundo González en exclusiva con BBC Mundo: Sin planes concretos para regresar a Venezuela y denuncia inquebrantable del fraude electoral
Desde su exilio, iniciado en septiembre de 2024, González ha enfocado sus esfuerzos en la arena internacional, presionando a gobiernos y organismos globales para que reconozcan la ilegitimidad del régimen de Maduro
Redacción con información de la BBC Mundo
En una entrevista concedida a BBC Mundo con motivo del primer aniversario de las controvertidas elecciones presidenciales de julio de 2024 en Venezuela, Edmundo González Urrutia, el líder opositor reconocido como presidente electo por naciones como Estados Unidos, Argentina y Perú, habló desde su exilio en Madrid sobre la persistente crisis política en nuestra patria. A sus 75 años, el nativo de La Victoria, estado Aragua, enfatizó que no ha establecido una fecha específica para volver a Venezuela, argumentando que cualquier retorno debe basarse en condiciones seguras y favorables que aún no se han materializado. "Nunca fijamos una fecha para volver a Venezuela", declaró González, subrayando la necesidad de evitar riesgos innecesarios en un contexto de represión y inestabilidad que todos conocemos demasiado bien.
González, cuya candidatura fue impulsada por la carismática líder opositora María Corina Machado —actualmente en la clandestinidad en Venezuela—, relató cómo la oposición ha mantenido su lucha pese a los obstáculos cotidianos. Denunció un "megafraude" en los comicios del 28 de julio de 2024, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE), al que califica como un mero apéndice del régimen de Nicolás Maduro, proclamó la victoria del mandatario sin presentar pruebas concretas. En contraste, González asegura que las actas electorales, resguardadas en el Banco Central de Panamá, demuestran su triunfo con un abrumador 67% de los votos. Esta discrepancia ha alimentado protestas masivas, como las ocurridas el 29 de julio de 2024 en defensa de su victoria, y ha dejado a miles de seguidores opositores detenidos, atemorizados o decepcionados en las calles de Caracas y otras ciudades.
Desde su exilio, iniciado en septiembre de 2024, González ha enfocado sus esfuerzos en la arena internacional, presionando a gobiernos y organismos globales para que reconozcan la ilegitimidad del régimen de Maduro. Rechazó críticas sobre la supuesta pasividad de la oposición, afirmando que no han cesado en su denuncia del fraude tanto dentro como fuera de Venezuela. Justificó la abstención en elecciones regionales y municipales posteriores argumentando una falta total de confianza en el sistema electoral manipulado que ha afectado a tantos venezolanos. Además, criticó la adhesión de Maduro al poder, señalando que el líder chavista carece de voluntad para negociar una transición pacífica, a pesar de presiones de aliados como los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
En cuanto al apoyo internacional, González destacó que una decena de países lo respaldan como presidente electo, lo que fortalece su posición diplomática. Sin embargo, expresó escepticismo sobre posibles acercamientos entre Maduro y el presidente estadounidense Donald Trump, citando declaraciones de este último sobre el flujo de drogas desde Venezuela. Respecto a negociaciones como el canje de presos políticos —que ha liberado a algunos de los cerca de 900 detenidos—, las ve como un mal necesario: "Hay que hablar con quien tiene el poder para lograr la libertad de nuestros compañeros". González también reflexionó sobre lecciones aprendidas, enfatizando la necesidad de perfeccionar estrategias para representar la "voz de la Venezuela democrática" y mantener la unidad opositora que tanto necesitamos.
Esta conversación resalta las profundas divisiones en Venezuela un año después de las elecciones, con la oposición aferrándose a pruebas de fraude mientras el gobierno de Maduro consolida su control. González, quien promete continuar la lucha con la misma determinación, representa para muchos un símbolo de esperanza en medio de la diáspora y la represión. Mientras tanto, la comunidad internacional observa de cerca, con implicaciones para la estabilidad regional y los derechos humanos en Venezuela.