El tamaño si importa; por Leonardo Ramos
¡El tamaño del gobierno no importa, lo que importa es que sea eficiente!; tal aseveración es muy común escucharla de personas que siguen defendiendo la tesis de que el problema no es qué, sino quién.
Es decir, que el problema de Venezuela nunca ha sido que el gobierno se haya arrojado para sí la responsabilidad del desarrollo completo de la nación, bajo una mirada paternalista, asistencialista e intervencionista, apoyada sobre el modelo de renta petrolera que ayudaba a mantener esta manera de gobernar a un “pueblo” necesitado; sino de quienes en su momento manejaron las palancas del poder.
No importa que el gobierno sea grande o pequeño sino que funcione. Yo diría, tienen razón pero perdieron el choque.
La eficiencia gubernamental (que dicho sea de paso está por lo menos en lo que respecta a nuestra nación bastante cuestionada), posiblemente no dependa de su tamaño; pero (y es aquí donde invito nuevamente a la reflexión) dada las experiencias pasadas, ¿eso no sería volver a apostar a un ejemplar que hasta los momentos no ha dado un semblante de ganador?
El concepto del gobierno grande y todopoderoso, en la mayoría de los casos decanta en el abuso de esa posición en detrimento de las libertades individuales; y si conocemos las causas de una determinada enfermedad, ¿no es lo lógico tratar de evitar a toda costa el contagio?
Un gobierno dedicado a sus funciones propias, colaborador de las voluntades de los ciudadanos, propulsor de las iniciativas individuales, dispuesto a aplicar la ley para evitar los abusos y transgresiones a la misma; es un modelo que puede presentar un mayor nivel de eficiencia que aquel que pregona un estado omnipotente, grande y burocrático.
Las preguntas obligadas serían ¿Por qué es necesario que el estado controle e intervenga en sectores que no le son de su competencia?; ¿Cuál es la necesidad de mantener a los gobernantes ocupados en cosas que no le corresponden, sabiendo que al hacer esto dejan de lado otras para las cuáles fueron elegidos?; ¿Por qué darle a un grupo de personas la posibilidad, así sea la más mínima de abusar de un poder para su beneficio personal?; ¿Por qué no estimular la participación ciudadana, incentivar las iniciativas y la creatividad individual; y simplemente colaborar con el ciudadano para que apoyado en su potencial interno logre su desarrollo y en consecuencia se promueva el progreso de la sociedad?; ¿A qué le tememos al decir que el Gobierno cumpla con su rol de proveernos seguridad, orden, justicia e infraestructura; que nosotros nos encargamos de nuestros deberes como ciudadanos trabajando en paz y libertad?.
Entiendo que los paradigmas impuestos en nuestra concepción de gobierno, estimule esta clase de pensamiento en donde siempre apostemos a que es deber del estado resolver todos nuestros problemas. Pero como me gusta decir: “Nuestro pasado no puede robarnos nuestro presente, ni mucho menos determinar nuestro futuro”
El gobierno (que en mi forma de pensar mientras más pequeño mejor), debe estar al servicio del ciudadano; nunca al contrario. Los gobernantes deben entender que ellos son servidores públicos no personas ungidas, enviadas por el destino para traer la salvación de los pueblos.
Repitiendo la frase de Goldwater, ex candidato a la presidencia de los EEUU “Un gobierno suficientemente grande para darte todo lo que necesitas; es también suficientemente grande para quitarte todo lo que tienes”.
¡Otra Venezuela es Posible!
Lic. Leonardo Ramos