La banalidad del mal; por Pedro Galvis / @pgalvisve
Esta semana buena parte de los venezolanos de bien, quedaron estupefactos al saber que un nutrido grupo de personajes. Algunos rostros conocidos y otros no tanto, políticos, encuestologos, académicos y movimientos civiles que solo se representan a sí mismos, firmaron una carta dirigida al presidente de los Estados Unidos para que eliminara las sanciones impuestas a altos jerarcas, testaferros y asociados del régimen que usurpa el poder en Venezuela.
Sus argumentos son diversos, que si las sanciones, más que castigar a los responsables de crímenes de lesa humanidad, a los acusados de narcotráfico, lavado de dinero proveniente de la corrupción entre otros, castiga a los venezolanos, al no poder contar el régimen con los recursos para atender los problemas de los servicios básicos como la electricidad y el agua potable, o que impiden el pago de salarios y pensiones dignas para trabajadores y pensionados; pero sospechosamente dejan a un lado el hecho de que este colapso comenzó mucho antes de la imposición de sanciones a la oligarquía socialista venezolana, al punto de haber sido declarada por los organismos internacionales como la OEA y UNICEF la existencia de una Emergencia Humanitaria Compleja, que ha llevado a la pobreza al 94% de los venezolanos y estimulado el éxodo de millones de conciudadanos por el mundo.
Este es un claro ejemplo de la banalización del mal, para a partir de allí construir una narrativa que busca lavarle la cara al régimen fuera de nuestras fronteras, y dentro de nuestro territorio dar una falsa sensación de normalización que dista mucho de ser cierto, y con ello tratar de apaciguar y desmovilizar a los venezolanos descontentos por tantas calamidades por las que atraviesan, que van desde las protestas por las reivindicaciones laborales a las que tienen derecho o por la falta cada vez más frecuente en el suministro de los servicios públicos.
Observemos que las razones expuestas por los firmantes del bodrio se apalancan en los más altos valores morales, pues supuestamente lo hacen en la búsqueda de conseguir el bien común de los más necesitados, pero omiten resaltar también el peligro y daño que una eventual eliminación de sanciones significaría para lograr la reconquista de la libertad, sin la cual los venezolanos estamos condenados a vivir en este camino de servidumbre, sometidos por las castas socialistas, sus adláteres y socios.
Este tipo de conductas es lo que conocemos hoy día cómo el buenismo, actitud de quienes ante los conflictos rebajan su gravedad, cediendo con benevolente ingenuidad sin reparar en sus consecuencias, mostrando así esquemas de pensamiento, y conductas basadas en la creencia de que gran parte de los problemas pueden resolverse a través del diálogo, la solidaridad y la tolerancia, aún a sabiendas de que dichas prácticas no serían posibles.
Este buenismo político procura generar una sensación de aparente bienestar, pero en la práctica no hace ningún bien sostenible en el tiempo, dicen cosas para hacer sentir un bien momentáneo y efímero a las personas, pero no hacen el bien, a mediado y largo plazo pues son incapaces de resolver los problemas crónicos derivados de las políticas socialistas de los regentes del país. Los buenistas se presentan de forma bienintencionada pero ingenua, carentes de autocrítica hacia los resultados reales. Ellos con su frivolidad e ingenuidad terminan por banalizar al mal, con las consecuencias que esto conlleva.
Este liderazgo político, empresarial y social que invita a la renuncia de tus derechos, debe ser dejado a un lado, desestimado y renovado. Nunca es demasiado tarde para entender lo que es importante en la vida y luchar por ello, hasta lograr la libertad y la felicidad. Así que no seas víctima de estos agentes de la desesperanza y la capitulación. No te rindas, ni te conformes, que el futuro después de pasar este trago amargo es muy prometedor, en el cual cada venezolano podrá vivir con seguridad, justicia y respeto, para progresar y perseguir y alcanzar tus proyectos de vida y felicidad.
Seguíremos conversando!