El Caballo de Troya; Por Pedro Galvis / @pgalvisve
Venezuela es un estado fallido. Sin gobierno que garantice los derechos ni necesidades de los venezolanos. El poder está controlado por un régimen criminal con pretensiones expansionistas que amenaza la estabilidad del hemisferio. El país colapsa por los cuatro puntos cardinales, sin señales de mejorar, sin embargo nos encontramos frente a un grupo de políticos que consciente o inconscientemente se abstraen de esta realidad y muchos optan por una narrativa que busca banalizar en unos casos este hecho, o vender una sensación de normalización, y a esos efectos han presentado sus nombres a diferentes cargos de elección popular, con una conducta muchas veces displicente, frente a la gravedad de las circunstancias que enfrentamos y ante las consecuencias derivadas de todo esto.
Juan Guaidó, el líder reconocido por más de 50 países democráticos del mundo, producto del desconocimiento de los resultados que proclamaron a Maduro como presidente, derivado a partir del boicot electoral del mayo de 2018. Nos ha repetido hasta la saciedad que no hay condiciones para participar en el evento electoral convocado para el 21 de noviembre,. Pero las advertencias fueron desestimadas por los partidos que formaron parte del gobierno interino y por sus propios compañeros de partido.
Nuestros aliados más importantes de la comunidad internacional como por ejemplo Colombia y los Estados Unidos consideran también que el evento de noviembre no cumple con los requisitos mínimos para ser considerado como una elección libre y competitiva, pero un cuestionado liderazgo que desde hace muchos años se abroga la representación de toda la oposición y ha ejercido la conducción política en nombre de todos quienes aspiramos vivir en libertad, simplemente hacen mutis respecto a la falta de condiciones y promovieron activamente la participación de sus dirigentes como candidatos a la farsa electoral, desestimando la posición de nuestros aliados y las advertencias de Guaidó.
Es doloroso ver buenas personas caer, pero no podía ser diferente, una vez optaron por aceptar a su lado malas compañías, quienes ejercen malas influencias sobre ellas, que muchas veces terminan induciendo la toma de malas decisiones o cometer malas acciones. Lo hecho, hecho está, y así como cada quien tiene la libertad de actuar de acuerdo a sus convicciones, también debe necesariamente asumir las consecuencias derivadas de sus actuaciones y de sus omisiones. porque el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Así que nada sirven los buenos propósitos si no van acompañados de obras.
Veamos por ejemplo el caso de la tarjeta de la unidad, (la de la manito) que en el pasado sirvió como un Caballo de Troya para llevar a la asamblea a personas postuladas por los partidos del G4, quienes bajo el paraguas de la supuesta unidad alcanzaron curules en la Asamblea Nacional, que para el momento logró lo que parecía una hazaña y conquistar las dos terceras partes que significaba la mayoría calificada necesaria para tomar las grandes decisiones que no se tomaron. Sin embargo si sirvió para que un nutrido grupo de diputados se prestara a emitir cartas de buena conducta a altos jerarcas o colaboradores del régimen, como es el connotado caso de Alex Saab, hoy encarcelado en los Estados Unidos. Conducta esta que los llevó a viajar por distintos países de Europa para cumplir con este cometido. Luego también, se confabularon para desconocer y desmontar al gobierno interino. Para la liberación de Venezuela se hace imprescindible contar con una conducción política alternativa, confiable.
En Vente no estamos haciendo llamados a la abstención electoral. Creemos, defendemos y promovemos el valor de la libertad, a tal grado que defendemos el derecho de cada quien a tomar sus propias decisiones, inclusive si ellas conllevan el riesgo de equivocarse. Creemos en la responsabilidad individual de cada quien, por ello ratificamos, nuevamente que no somos abstencionistas, pero entendemos que en Venezuela el camino electoral está cerrado, no hay condiciones para participar, y el hacerlo contribuye a confundir y generar expectativas que no serán satisfechas a lo interno; y a lo externo terminaría por enviar señales contradictorias que terminarían por confundir a nuestros aliados internacionales, lo cual no contribuye a acercar una solución a la compleja situación que padecemos los venezolanos, como consecuencia de un estado fallido que ha atentado contra las vidas de los venezolanos. Así que reiteramos por enésima vez que no promovemos, auspiciamos, respaldamos, directa ni indirectamente candidatura alguna para el evento convocado para el 21 de noviembre.
Veo muchos aspirantes que dedican más energía vital en la supuesta defensa de “espacios ganados” o en la “recuperación de espacios”, pero ninguna para recuperar la libertad. Entendamos todos que Venezuela no es un archipiélago, por lo tanto todas sus ciudades (“espacios”) tienen su suerte y destino ligados inexorablemente a los del país. De manera que en Vente nuestro mayor empeño y esfuerzo lo dedicamos a trabajar para construir una fuerza útil con capacidad de articularse con otras para conquistar la libertad.
Llama poderosamente la atención algunas airadas y desproporcionadas reacciones que se hacen presentes en algunos de quienes defienden a ultranzas la decisión de votar, cuando se les plantea que el objetivo neurálgico en estos momentos debe centrarse en el propósito de conquistar la libertad para Venezuela y los venezolanos. Un objetivo que sin lugar a dudas beneficiará a los venezolanos de bien. Las reacciones de displicencia hacia esa causa asemeja una conducta comparable a las estudiadas en el Síndrome de Estocolmo, el fenómeno paradójico en el cual la víctima desarrolla un vínculo positivo hacia su captor como respuesta al trauma del cautiverio.
Asumen una posición dilemática, que vendría a ser esa propensión simplista de limitar las opciones a solo dos alternativas opuestas entre sí, donde adoptar una posición determinada implica la negación de la otra. Conclusión a la cual se llega sin la debida reflexión, y sin analizar los razonamientos que permitan entender la conveniencia o no de una conducta u otra. Políticos en fase de negación que adoptan una reacción que les permite a su psique separarse de una realidad, que les genera conflictos existenciales, para poder asimilarlas poco a poco.
El país colapsa y derrumba por los cuatro puntos cardinales, la corrupción multicolor campea con arrogancia, pero los aspirantes postulados para participar el próximo 21 de noviembre a los distintos cargos en disputa, se abstraen de esta terrible realidad que minó la confianza ciudadana en las instituciones democráticas y que además arruinó al país llevando a la pobreza a 9 de cada 10 venezolanos.
Muchos insisten en ser la solución pero no muestran el antídoto o formula contra el saboteo oficial de los usurpadores, y ofrecen lo que bien saben no podrán cumplir, mientras el poder se mantenga secuestrado por quienes han destruido el país, y arruinado la vida de los venezolanos, originando un masivo éxodo de más de 5 millones de conciudadanos, no hay manera de desarrollar una gestión decente en ninguna alcaldía o gobernación. Y que no me vengan con el cuento de que “eso es la política”, porque no lo es. Eso es demagogia e irresponsabilidad.