Encrucijada sin rumbo; por Vicente Brito
La Nación Venezolana asume uno de los momentos más complejos de los últimos ciento veinte años incluye siglo XX y lo que va de siglo XXI, donde nos encontramos en una inconveniente encrucijada de múltiples direcciones, sin que los responsables de definir rumbos tomen las decisiones adecuadas que nos permita aunque sean soluciones parciales que den resultados a las expectativas que los Venezolanos tenemos.
Nos sentimos dentro de un torbellino de ejercicios de poderes y decisiones políticas, que son en su totalidad antagónicas y confrontativas, dentro de la complejidad en que vivimos. El informe presentado por las Naciones Unidas aviva aun más las diferencias entre los que ejercen el poder que lo interpretan como una decisión política y los distintos sectores de la vida nacional que lo consideran una expresión de las realidades en que se encuentra el país. Todo lo cual nos indica que las confrontaciones seguirán con mayor fuerza al alejarse las posibilidades de lograr algunas alternativas a la gravedad de la crisis en las cuales nos encontramos sumergidos.
Las extremas posiciones que se están asumiendo afectarán aun más al común de los ciudadanos al encontrarse en un angustioso vaivén para obtener mejoras en su calidad de vida. Las proyecciones para fin de año en niveles inflacionarios nos proyectan como el único país del mundo con tan elevadas cifras, con sus efectos en la reducción de todos los indicadores sociales como: desmejora continua del poder adquisitivo y los niveles de consumo, duplicando los niveles de pobreza en los últimos tres años.
El creciente número de enfermos del Covid-19 y la expansión geográfica del mismo a todos los rincones del país, añaden una preocupación mayor adicional a la población, no solo por el temor a ser contagiados por esta mortífera enfermedad que hace estragos en el mundo, sino por su efecto en el sostenimiento de las fuentes de empleos, lo cual ha venido ocurriendo al muchas de las empresas no poder mantener su operatividad y verse obligadas al cierre parcial o total de su actividades, estimándose la pérdida de unos 300 mil puestos de trabajo por estas razones en los últimos 6 meses. Lo mismo sucede con una de las más importantes fuentes de ingreso para muchas familias, como es la actividad informal donde se obtienen ingresos adicionales al poder ejercer labores diversas a los del trabajo habitual, se estima que más cuatro millones de familias desmejoraron sus ingresos desde que se iniciaron las cuarentenas obligatorias. Lo mismo ha ocurrido con la disminución de las remesas familiares enviadas por los venezolanos que están en otros países, como resultado de perder sus puestos de empleo o se les redujeron sus ingresos salariales.
La escasez de gasolina también ha contribuido a las complicaciones familiares con sus efectos en las dificultades para desplazarse a sus puestos de trabajo. El impacto en el transporte de productos y mercancías diversas ha sido evidente, sobretodo para nuestros productores rurales con sus dificultades para realizar sus siembras, atender sus rebaños, las granjas de pollo y cerdos. Así como lograr los traslados de sus cosechas y animales a los centros de consumo.
Es necesario definir rumbos que nos permitan salir de esta multiplicidad de calamidades que afectan de manera considerable a las familias Venezolanas, los responsables de la conducción pública no demuestran interés en lograr cambios en el status quo en que nos encontramos. El tiempo avanza sin demora mientras para el común de los ciudadanos no se observan decisiones que nos conduzcan a salir de la encrucijada de limitaciones en las cuales nos encontramos.
Vicente Brito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo, la Propiedad y la Constitución.