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La oposición venezolana y el mito de Sísifo; Por Luis Rivas / @LuisCesarRivas

Un buen amigo me señala que la oposición venezolana está viviendo el Mito de Sísifo. Como persona apasionada que soy de los mitos griegos, agradezco en gran manera que haya atraído mi atención sobre éste mito, que es uno de mis preferidos. Sísifo, según Homero, fue el más sabio y prudente de los hombres. Fue el padre de Odiseo, el que concibió la idea del famoso caballo de madera, el más astuto de los héroes griegos que combatieron en Troya. Sin embargo, otras fuentes describen a Sísifo como un bandido taimado y astuto. 

En el relato del mito, Sísifo reveló un secreto delicado que comprometía al padre Zeus. Éste, encolerizado, como era su habitual talante, le condenó a morir y ordenó a Tánato, la Muerte, ir en su búsqueda. La Muerte encuentra a Sísifo quien, con mucha astucia, logró engañarla, encadenarla con las mismas cadenas que estaban destinadas para él, y encerrarla prisionera. Aprisionada la Muerte, no podía cumplir con su odiosa e imprescindible función entre los mortales. Se produjo entonces en el mundo un terrible caos, ya que nadie podía morir, ni justos ni injustos, tampoco se podían cumplir las sentencias a muerte de los delincuentes, no morían los los enfermos terminales, ni los moribundos que se consumían de dolor en su inacabable agonía, sin poder alcanzar su descanso final. Tuvo Zeus que intervenir para restaurar el orden, liberar a la Muerte de su cautiverio y regresarla a su reino, trayendo consigo a Sísifo encadenado. Pero este hombre astuto, con ingeniosas estratagemas logró escapar del mundo de los muertos y gozó todavía de un tiempo adicional entre los vivos, hasta que fue definitivamente prendido, devuelto al Reino de Hades e impuesto del castigo eterno que narra el mito en cuestión. Como castigo a su atrevimiento, se le impuso remolcar una enorme roca desde el fondo de un valle hasta la cima de una empinada colina. Pero cada vez que Sísifo, sudoroso y jadeante, conquista la cima y deposita la roca en lo más alto, ésta resbalaba colina abajo hasta el fondo del valle. Una y otra vez nuestro trágico héroe debe volver al fondo del valle, ponerle el pecho a la roca y remolcarla de nuevo a la cima, sólo para ver como resbala y de nuevo se precipita ladera abajo. Una y otra vez, en un tormento incesante, que no cesa un instante, en un tiempo sin fin.

En la interpretación más común del mito, Sísifo simboliza el esfuerzo vano y reiterado del hombre en empresas imposibles; el anhelo humano por ascender a cimas que le están vedadas, y que, apenas las alcanza, la victoria se le resbala de las manos. Ciertamente, no hay castigo más severo que el trabajo inútil y sin esperanza. Sin embargo, ese empeño por escalar siempre las colinas improbables, es a la vez nuestra virtud y nuestra perdición como humanos. Nunca nos conformamos, y no bien alcanzamos una cima, ya estamos mirando con curiosidad un poco más arriba, hacia la colina más alta. Siempre aspiramos las cumbres del Himalaya. Si Prometeo no hubiera robado el fuego, lo habríamos hecho nosotros. Es nuestra naturaleza. Por eso comió Adan del fruto prohibido.

Pero hay otras posibles interpretaciones del mito. Quizás la más interesante sea la de Albert Camus, quien entre otras consideraciones dice sentir más interés por el Sísifo que desciende, pensativo y resuelto, que por el Sísifo sufriente que asciende colina arriba. "Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá jamás", dice Camus. Afirma también que Sísifo es consciente de su tragedia, pues sin la conciencia del héroe, no habría tragedia alguna. Tal es el caso de Edipo, cuyo sentimiento trágico comienza cuando se hace consciente de quién es realmente él, quién es su padre y quién la mujer con la que yace. Y en Hamlet sucede igual. Ciertamente, una vida comienza a ser trágica sólo cuando descubre o cree descubrir el destino que le está señalado.

Tiene razón Albert Camus, sin conciencia no hay tragedia. Y agrega, "Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse también con alegría". Visto desde está perspectiva, y aquí me aparto un poco de Camus, en Sísifo podemos también ver expuesta la perseverancia del hombre, la voluntad suprema de insistir en la esperanza de que en algún momento, en uno de los intentos, la roca se asentará en la cima, no resbalará más, y el hombre coronará al fin su esfuerzo. En esta interpretación, Sísifo nunca se resigna a que la roca repose en el fondo del valle. Siempre baja, con dolor o con alegría, a recogerla del fondo.

Uno de los grandes jugadores de tenis de la actualidad, el suizo Stanislav Wawrinka, tiene tatuado en su cuerpo un mensaje que me impresiona. Dice así, "Tiraste y fallaste. No importa. Sigue tirando, sigue fallando. Falla mejor cada vez". Es fabuloso. Puede que los tiros se te vayan fuera de la cancha, pero no dejes nunca de tirar. En algún momento tus tiros comenzarán a entrar. 

En la guerra, así como en la política y los negocios, el camino del éxito nunca es una línea recta y ascendente. Por lo general, los grandes generales,  estadistas famosos y exitosos capitanes de industrias y negocios, antes de alcanzar la gloria, han tenido que enfrentar siempre en el camino muchas dolorosas y costosas derrotas, de las que han tenido que levantarse una y otra vez. Igual que Sísifo, muchas veces han tenido que descender al fondo del valle y echarse de nuevo al hombro la pesada roca. ¿Cómo saber, mientras ascendemos, que la roca resbalará de nuevo o que este ascenso no será el ultimo? ¿Cuántas empresas y proyectos no habrán sido abandonados cuando estaban a punto de alcanzar el éxito?

Veamos el caso de Lenin, por citar un solo ejemplo. Tengo para mí que, más que un brillante estratega, Lenin fue el epítome de la perseverancia. Yo creo que Lenin fue un Sisifo de su tiempo. El largo camino de este hombre singular, que lo llevó desde la más absoluta insignificancia en los albores de1900 a su apoteósico triunfo en Octubre de 1917, estuvo repleto de fracasos y derrotas. Sus 17 años en el exilio, fueron años de derrotas, una tras otra, incluyendo el fracaso de 1905-1906. ¿Alguien puede señalar un solo triunfo importante de Lenin durante ese período? Todos esos años fueron para él un incesante descender, día tras día, año tras año, ladera abajo a recoger la roca. Cuando triunfa la revolución de Febrero de 1917, con la abdicación del Zar, triunfa sin Lenin, que vivía exiliado en Zúrich. El acontecimiento lo pilló por sorpresa. Nunca lo previó. Más aún, Lenin estaba persuadido que, como Moisés, él no alcanzaría a ver el triunfo de la revolución. Y sin embargo, siguió como Sísifo en su eterno afán. Cuando le dieron la noticia de la abdicación del Zar exclamó, "Es asombroso. Es tan increíblemente inesperado", y de inmediato se dispuso a volver a Rusia.

Desde su arribo a la estación de Finlandia en San Petersburgo, en Marzo de 1917, y hasta Octubre de ese año, cuando finalmente alcanzó la victoria, todos los intentos de Lenin por hacerse con el poder, terminaron en fracaso. Pero cada fracaso lo acercaba más a la victoria. Lenin nunca se resignó, siempre bajó al fondo del valle a recoger su peñasco. Yo creo que a este hombre, más para mal que para bien, uno de los más grandes personajes de la historia, le calza perfecto el aforismo que dice, "Si quieres incrementar tus probabilidades de éxito, entonces dobla tu índice de fracasos". Tira siempre, falla mejor cada vez. No hay derrotas definitivas, y nadie sabe nunca con certeza cuando la victoria está a punto de ocurrir. ¿Quién podía prever en los primeros días de Enero de 1958 que Pérez Jiménez estaba a punto de huir?

Doy gracias al amigo que propuso el mito de Sísifo como ejemplo de la supuesta inutilidad de la oposición venezolana. Su punto de vista, a mi juicio, es el del Sísifo sufriente y pesimista. No comparto esa interpretación. Yo, más en la onda de Camus, miro al Sísifo que reta la fatalidad de los dioses y baja siempre resuelto al fondo del valle a recoger la roca e intentarlo una vez más.

"El esfuerzo mismo por alcanzar la cima, basta para llenar el corazón de un hombre", afirma Camus. Y también dice, y con esta frase me quedo, "Hay que imaginar a Sisifo dichoso"

Así lo imagino yo.

Luis César Rivas.

Puerto la Cruz, 10/12/2020.

Twitter: @LuisCesarRivas