Después de Barbados 

El contundente informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación que vive Venezuela, conjuntamente con el asesinato del Capitán de Corbeta Acosta Arévalo en manos de los cuerpos represivos y las confesiones del General de División Manuel Cristopher, ex director de la policía represora, Sebin, sobre la continua violación de derechos fundamentales, colocan sobre el tejido político latinoamericano el problema de la dictadura de Nicolas Maduro y sus efectos perjudiciales tanto en las economías de América Latina como a la seguridad regional en temas sensibles de narcotráfico y terrorismo.

Frente a este escenario, el regreso al diálogo de la oposición liderizada por el presidente interino Juan Guaido y el eventual fracaso de la tercera ronda de negociaciones ahora en Barbados, cuestionada por algunos líderes políticos y una importante diáspora de venezolanos en el exilio, consecuencia de las manifiestas intenciones de Maduro y Diosdado Cabello de permanecer en el poder al declarar que no habrá elecciones libres, parece oxigenar la maltrecha tiranía que busca por todos los medios tiempo para lograr sus objetivos de permanencia.

La probada presencia militar de las fuerzas armadas cubanas y rusas en territorio venezolano, penetrando tanto los organismos públicos como el sistema de inteligencia militar, reitera de manera evidente que no cesará la usurpación por vías electorales y democráticas, y algo aun mas grave, que Venezuela se ha constituido en un país ocupado por fuerzas extranjeras.

El escenario es grave y desalentador a pesar de que en el ambiente se siente que el fin de la Tiranía está cerca. Sin embargo, el desaliento que queda en la gente, por el constante engaño del sector oficialista, sobre la buena voluntad de una oposición esperanzada en la paz, en una negociación cuyo resultado esta cantado vox populi de la propia boca de Diosdado Cabello y Nicolas Maduro, de manera reiterada negándose a ir a elecciones, no debería permitirnos pensar que existe candidez o deshonestidad en el lado opositor y, que fue a sentarse en una mesa de sordos, sencillamente para perder el tiempo. Eso no es así, algo está por ocurrir.

Luego de los muchos intentos de concretar una solución para la tragedia venezolana que cada vez se profundiza más con aristas dramáticas y terroríficas, al presidente interino no le queda otra vía que ejercer más actos de gobierno, como lo fue la designación de embajadores ante los Estados que reconocieron su legitimidad jurídica e institucional. En efecto, la designación de un canciller que regule los asuntos diplomáticos y de una política exterior en emergencia libertaria, un tren ministerial que empiece a estudiar las políticas públicas para la reconstrucción nacional en lo económico, jurisdiccional, urbanístico, burocrático, educativo  y de seguridad etc. y un Ministro de la Defensa que ordenaría a Padrino López acatar el mandato constitucional para poner fin a la usurpación, que daría de baja al alto mando militar convirtiéndolos en irregulares armados por su contumacia a desobedecer, y que al final del proceso de establecer las bases de una transición efectiva, realizaría un llamado a las fuerzas armadas en el exilio y al grueso de la fuerza armada secuestrada por tropas extranjeras para deponer la tiranía con la invocación de la asistencia internacional contenida en el 187, numeral 11 para que los venezolanos y su fuerza armada retomemos el ejercicio de la soberanía sin la presencia de tropas extranjeras en el entramado político-militar. Lamentablemente, después de Barbados en donde la tiranía pretende burlarse de los venezolanos, buscando tiempo de supervivencia, no queda otra salida que el rescate de nuestra independencia por la fuerza, como conquistan los hombres su derecho a ser libres.

Luis Manuel Marcano Salazar

Magistrado de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Legítimo de Venezuela

Doctor en Historia, Doctor en Derecho y Relaciones Internacionales, Doctor en Educación.