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El ventilador parlamentario; por: Luis Valencia Márquez / @luisevalenciam

EL VENTILADOR PARLAMENTARIO

“Compañeros de infortunio, no hay que ser; y si se es, que no se note …”. La frase que antecede, pronunciada por el filósofo mejicano Mario Moreno, Cantinflas, nos vino a la memoria en estos días, a propósito del nauseabundo espectáculo en que ha devenido el parlamento venezolano.

Dicha expresión, que hace parte de una arenga lanzada en un auditorio repleto de partidarios por el candidato a diputado, que era Cantinflas, en uno de sus celebrados filmes; con toda seguridad sería refrendada letra a letra, por parte del liderazgo opositor acoplado en la MUD-FAV, y por quienes hacen de celestinas para proteger sus intereses, en medios de comunicación, redes sociales y en otros espacios menos expuestos al escrutinio público.

El argumento de que los reportajes del Panam Post, las denuncias del defenestrado embajador Humberto Calderón Berti, y esta última publicación de Armando.Info, sólo favorecen a Maduro y su narcotiranía, se alinea en la dirección del “que no se note”, que aconsejaba Cantinflas. Es decir, que quienes contribuyen a sostener al chavo-madurismo corrompido en el poder, no son los que colaboran y cohabitan con el régimen. No son los que contratan con la tiranía a través de familiares y testaferros. No son los que envían a sus gobernadores a juramentarse ante el parapeto constituyente. No son los que se roban la ayuda humanitaria para derrocharla en francachelas y prostíbulos. En fin, no son los que se alquilan para lavar reputaciones. No, según esta óptica, no lo son. Sino que los verdaderos responsables de la perpetuación de esta tragedia, son los que se expresan, denuncian y critican el deslave de inmundicias que protagonizan propios y extraños, tirios y troyanos, usurpadores e interinos.

Así las cosas, y siguiendo esta conseja, necesariamente tendremos que llegar a la conclusión de que los venezolanos que resistimos el proyecto totalitario y comunistoide que se nos pretende imponer por los siglos de los siglos, debemos permanecer silentes, y obviar los desaguisados y despropósitos, si son cometidos por “los nuestros”. O en todo caso, sólo censurar a hurtadillas y tratar con manos de seda, para que no se noten las pestilencias que emiten, quienes dicen ser representantes de la oposición.

Ante tales pretensiones, es menester que nos levantemos con determinación, con coraje y sin mediatintas. Que una parte de la oposición haya decidido abrazarse al régimen para hundirse en el fangal purulento de sus inmoralidades y corruptelas, no implica que la sociedad democrática deba hundirse con ellos. Ante la suciedad que han revelado, hay una oposición que no transige y que tiene el indeclinable deber de levantar las banderas de la vergüenza y la decencia.

El ventilador parlamentario que ayer dio luz sobre la conducta indecente y amoral de los Ricardo Sánchez, los William Ojeda, los Carlos Valero, los Hernán Núñez y los Jesús Paraqueima, que se comercializaron con el régimen en la legislatura anterior, luego de ser elevados al parlamento con nuestros votos; es el mismo que hoy descubre con sus aspas malolientes, cargadas de miedo, de traiciones y de ajustes de cuenta, los fétidos rostros de algunos delincuentes camuflados de dirigentes políticos. Es ese ventilador que rompe la ley del silencio, norma sagrada en los predios del hampa, para mostrarnos de cuerpo entero el entramado de corrupción, donde las caras nuevas en infecto maridaje con las viejas, dan noticia de la decadencia de la política venezolana.

Quienes hemos decidido acompañar la política que bajo el signo de la decencia, lideriza esa corajuda mujer venezolana nombrada María Corina Machado, estamos obligados a ser consecuentes con su prédica y acción, para ser faro esperanzador en esta hora aciaga de nuestra nación. Y no se trata de que nosotros seamos los buenos, y quienes favorecen la cohabitación con la narcotiranía, sean los malos; o que en el terreno personal, nosotros seamos los honestos y éllos los ladrones. Es que al actuar en pareja condición con el chavo-madurismo, le sirven de justificación política y de coartada estratégica al régimen bárbaro que sojuzga a Venezuela, para que alargue su nefasta permanencia en el poder, y profundice su impronta destructiva.

Tened cuidado señores, porque la tragedia venezolana ha alcanzado cotas impensables. Esta sociedad, tarde o temprano va a reaccionar, conforme a su historia, para recuperar su libertad.

El ritmo vertiginoso de los acontecimientos, ya no diferencia a los ojos de la opinión pública, el color parlamentario del color penitenciario.

Dios proteja a VENEZUELA. Amanecerá y veremos.

El Tigre, diciembre de 2019.