El Mercurio Web | Noticias, Información y Análisis

View Original

Sueño de libertad; por Henry Cabello / @henry_cabello

Muchos dirigentes que se encuentran fuera del país insisten en la necesidad de una intervención humanitaria internacional. Pero otros, que siguen aquí los critican diciendo que resulta muy cómodo el estar disfrutando de las “mieles” del exilio mientras exigen que los muertos “los pongan otros”. Sin embargo, a quienes nos ha tocado vivir en otros países por decisión propia y no obligados como si sucede con esos dirigentes que se han tenido que ir huyendo de la persecución, sabemos que no es nada fácil abandonar la familia y el terruño para intentar adaptarse a las exigencias de un país extranjero. En cuanto a eso de “las mieles” del exilio, serán “argunos” como se dice por aquí. La enorme mayoría se ve obligada a hacer peripecias de todo tipo para intentar sobrevivir cada día.

Nadie (o casi nadie) abandona su país por decisión propia. El hambre y la persecución política son las causas fundamentales del exilio. Sin embargo, pareciera ser que quienes detentan el poder no están dispuestos a abandonarlo sin que medie sangre. Y al cerrar el camino electoral mediante el control del CNE y el manejo fraudulento de los resultados, no dejan otra alternativa que la insurrección popular. En este último campo, quienes manejan el país son auténticos expertos y cuentan con la asesoría centenaria de Rusia a través de Cuba. Con sangre fría y calculadas estrategias, aplican la represión y la persecución constantes para controlar cualquier atisbo de protesta. El miedo es el mejor mecanismo para acallar la protesta. Incertidumbre, miedo y hambre son los tres factores que impulsan el éxodo de millones de ciudadanos, de todas las edades y todas las clases sociales. Pero los que se van no olvidan a los que se quedan. Hoy son pocas las familias venezolanas que no reciben algún tipo de ayuda de familiares y amigos. Por eso la palabra FE, ha adquirido un nuevo significado: “Familiares en el Exterior”. De eso vivimos muchos por esta época.

Por otra parte, la dirigencia opositora se desgasta en inútiles confrontaciones teóricas sobre los caminos a seguir, evidenciando cada vez más una visible carencia de liderazgo. Hemos anotado antes que una cosa es ser “dirigente” de algún grupo o partido, y otra, bastante distinta, es ser un líder. El líder hace que la gente lo siga, el dirigente organiza ese seguimiento. Tenemos muchos dirigentes, pero muy pocos líderes. Además, está el problema de la visión del Estadista. Es decir, el líder que antepone la necesidad de la Nación por encima de sus propios intereses personales. Cuando en una misma persona confluyen el líder con el estadista, nos encontramos con un Churchill, un Washington o un Bolívar.

Churchill no vaciló en abandonar las filas de los conservadores ingleses y pasarse al lado de los liberales cuando consideró que los primeros estaban anteponiendo sus intereses partidistas a las necesidades de la Nación. Fue odiado y criticado acerbamente. Y cuando hizo lo contrario también lo atacaron. Pero el pensaba que no estaba allí para caerle simpático a nadie, sino para trabajar por su país. Así que cuando pienso en Venezuela y en quienes les están siendo fieles a su idea de Nación, vienen a mi mente personas como Diego Arria, Antonio Ledezma y María Corina Machado. Sin dudas hay muchos otros. Pero entre quienes destacan, solo Leopoldo y Ma. Corina siguen aquí. Los sigo atentamente a todos. Y siento que se impone un sentido práctico. El contacto personal es insustituible. Así que a la hora de decidir a quién apoyar hay que pensar que uno está injustamente preso y vigilado. La otra dando la cara, recorriendo el país y trabajando infatigablemente en busca de su sueño de libertad.