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Germán Carías (II); por: José Angel Borrego

Voy a abusar del precioso tiempo del amable lector para escribir un breve capítulo sobre Germán Carías Sisco y para que se tenga una mínima idea de esa sencillez emblemática en Germán. Caminar con él por el centro de Caracas, e incluso ir a comederos del Este capitalino, era casi un vía crucis. En todos los sectores de la ciudad tropezábamos con altos políticos, relevantes empresarios, destacados periodistas, gobernantes que aún osaban andar a pie y otra gente de escasa significación pública pero que para Germán eran, todos, motivo que lo conllevaban a detener el paso, saludar, ofrecer su cálida sonrisa, abrazar, compartir algún comentario y hasta recibir “datos” que anotaba escrupulosamente en su prolija libretica de reportero. Mientras tanto, Germán nos equipaba de confidencias, en especial del ambiente político y oficial, generalmente de triste notoriedad y baja urdimbre que más temprano que tarde recibían confirmación.

Dada la profusión de notas que le enviábamos, Germán nos remitió este mensaje: “Hermano Borrego: Realmente me preocupa que ya no te andes fugando en noches con o sin luna por los mares de Puerto La cruz o Barcelona ni con travesuras eróticas en tu auto a medianoches, porque veo por lo que todos los días nos envías y leo, que ya ni para esas veleidades tienes tiempo. Por eso, con mis saludos efusivos extensivos a tu querida mamá. Abrazos. Gcs”

Y en ocasión del fallecimiento de mi madre, a quien Germán profesaba gran afecto (ella lo admiraba como El Ícono del Periodismo) él nos consoló:

!Querido Borrego!: Cuanto deploro la desaparición física de tu madre adorada, tan buena, cariñosa y humanitaria!. Quienes hemos perdido también la nuestra, comprendemos tu pena. Y aun cuando no pueden mediar palabras para atenuar tu dolor, imploramos a Dios que te dé fuerzas y poder asimilarlo. Ella siempre estará presente en nuestras oraciones y desde el infinito te seguirá acompañando y protegiendo Abrazos, hermano Borrego. Germán.

Por eso amamos a Germán como se ama al hermano, en especial pródigo, como lo fue él toda su vida. Hoy está reporteando en el Cielo para beneplácito de Dios.