País sin líderes; por: Caridad Rojas
Recuerdo que en cierta ocasión Argentina enfrentaba problemas muy drásticos y la opinión generalizaba coincidía en achacar la dolencia a la ausencia de líderes. Fue antes de que Carlos Menen, que a la sazón tampoco tenía gran relieve, resultara electo por esa debilidad institucional partidista. Eso acontece en Venezuela en la actualidad. Hay dos líderes tipo “peor es nada” en el oficialismo y como diría mi amigo Delio Amado León, ido injustamente, “cero hits, cero error, cero carreras” en la oposición. Antes de julio del 2017 destacaban Ramos Allup, Borges, Leopoldo, Freddy Guevara, Henrique Capriles y muchos otros. Maduro se los engulló.
Si buscamos otros horizontes hasta la fecha no ha surgido una sola voz que permita visualizar una esperanza. Me comenta un amigo que analiza este segmento que hay factores que frenan la presencia de opciones de liderazgo, entre ellas la falta de medios impresos y el excesivo temor de los televisivos. Por el momento dice que los medios digitales ocupan muy poco espacio en la atención del aspecto político del país. Y por otra parte resulta costosa la actividad política. El empresario teme financiar a opositores y nadie quiere (o puede) ingresar en las filas del oficialismo. Allí el cuello de la botella es más angosto por temores de ausente intelecto.
Me atrevo a pensar que también hay mucho de pereza e ineptitud gerencial en lo comunicacional. He conocido muchos políticos que se creen la octava maravilla en estrategia comunicacional y desde luego no llegan ni a la esquina. Esta materia es la más compleja de la gestión política lo que los políticos prefieren no entender. Lo extraño es que también quienes asoman sus narices como principiantes vienen contaminados de atorrante sapiencia comunicacional que obliga a ser prudentes aun a quienes pudieran auxiliarlos. Desde luego, no es raro que no se destaquen jamás y permanezcan en el más divino anonimato alejados del protagonismo.
Todo ello opera en perjuicio de los venezolanos. En mis épocas de reportera había que esconderse de tanta dirigencia con empujes de liderazgo. Era difícil la lucha en los partidos, no por taponeos de arriba, sino porque la competencia se discernía con excelencia. Jóvenes de Copei, AD y partidos de izquierda disputaban la portada interna con mucho éxito la mayoría de las veces. ¿Qué sucedió? Los más preparados no aceptan las vías obstruidas que ofrecen los partidos y menos están dispuestos a ser tontos útiles de figuras ya perimidas en el tiempo y desentonadas en el espacio. De los 23 gobernadores habrá una, si acaso, con perfil de liderazgo.