Germán Carías (I); por: José Angel Borrego
Para generaciones medias y recientes el nombre de Germán Carías Sisco significará poco dados dos factores que nos dañan como Nación. El primero, la corta memoria histórica achacable en máximo grado al deficiente compendio educativo del país, no de ahora, sino de casi siempre. Los docentes no son preparados en esta materia con el bagaje mínimo necesario para mantener nuestros valores vigentes en el recuerdo grato y culto de la gente, propia o no, y por tal “razón” tampoco ellos transmiten una información que no han recibido y menos aún indagan al respecto. Lo más graves es que las Escuelas de Comunicación Social tampoco atesoran su propio acervo.
El segundo aspecto deriva un poco de lo anterior y es que el gobierno tampoco tiene como propósito compilar una historia verdadera de nuestro acontecer, en especial en momentos en que desnudo de vestimenta intelectual el régimen carece de disposición para hacer perdurables valores que han hecho del gentilicio venezolano mucho más que el disparate político. Germán Carías, ido el viernes 24 de este mes de agosto, la semana que acaba de finalizar, fue, en nuestra muy modesta opinión el mejor reportero periodístico de todos los tiempos en Venezuela. Porque Germán con su talento tan singular, convirtió en Escuela e hizo Cátedra del periodismo.
Cuando apenas teníamos 7 años nuestra madre nos inculcó la importancia de la prensa y dirigió nuestra mirada hacia los escritos de Germán Carías. Porque Germán no solo escribía los sucesos (en ese momento) sino que antes que la policía daba con el criminal. Los cuerpos policiales, sin complejo, se apoyaban en las pesquisas de Germán para comprender la trama. Porque Germán se mimetizaba físicamente con los escenarios con el fin de descifrar cada jeroglífico. Hizo de mendigo y mucho más. Tal era su osadía que logró ser enviado a El Dorado de donde hubo que extraerlo con urgencia porque un criminal descubrió su disfraz y se puso en riesgo su vida.
Cada incursión de esta naturaleza generaba un libro de Germán Carías. Y aun a sus 92 años Germán no pensaba en nada distinto al periodismo. Nonagenario casi fue director de “La Nación” en Táchira. Y enviaba correos diarios, Y estudiaba el acontecer del planeta. Y amaba el periodismo que se deslizaba por sus venas hecho sangre. Y pese a la aureola que sembró su nombre jamás dejó de ser el Germán Carías sencillo y humano. Nos duele escribir estas líneas porque amamos a Germán. Tuvimos ocasión de honrarlo en Puerto La Cruz con un pequeño homenaje que para él fue inmenso por sorpresivo y por loar al periodista que había en su ser.