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¡Y mandó a parar!. Henry Cabello / @Henry_Cabello

Una de las mayores perversidades criminales del régimen que, en mala hora, manda (digo "manda", no gobierna, gobernar es otra cosa) en el país, ha sido la de dolarizar la economía sin decirlo y en la sombra, como acostumbran a actuar. Eso sí, solo han dolarizado los precios, no los salarios ni los ingresos. ¿Cómo han cometido semejante felonía? Muy simple: se han dedicado durante más de 20 años a destruir todo el aparato productivo nacional. Y lo han logrado muy eficientemente. Con eso han puesto a depender el país entero de las importaciones. Quizá haya una docena escasa de empresas nacionales que, heroica y tercamente, han permanecido aquí intentando producir algunos alimentos y medicinas. Pero incluso esas empresas, dependen en un alto grado de importaciones de insumos y repuestos para producir. Las divisas que necesitan deberían serles asignadas por el gobierno que, legalmente, es el único que las tiene. Pero se las asignan en cantidades mucho menores de las que necesitan y de una manera errática, obligando a esas empresas a acudir al mercado paralelo si es que quieren seguir produciendo. ¿Dónde carrizo entonces están toda esa enorme millonada de dólares que le han ingresado al país en los últimos 20 años? Fácil: en los bolsillos de una pequeña pandilla de enchufados entre los cuales hay una buena cantidad de militares de altos rangos.

En consecuencia, los precios de los productos que todos necesitamos para comer y para curar nuestras enfermedades, se calculan en base a dólares. Y en realidad resultan económicos si es que usted tiene ingresos en dólares. El problema es que la enorme mayoría de los venezolanos no producimos en dólares sino en bolívares. La vieja y conocida Ley de la Oferta y la Demanda, establece que los precios suben cuando la oferta es baja y la demanda es alta. Y como nuestras empresas no están en capacidad de abastecer la demanda nacional, entre otras cosas porque su acceso a las divisas que necesitan es muy limitado, pues simplemente los productos escasean y sus precios suben. Uno de esos renglones en que la demanda es mayor que la oferta, es, precisamente, el dólar. Se trata de una diabólica combinación de factores que agiganta la inflación y somete a la miseria a la enorme mayoría de nuestros compatriotas.

Para nadie es un secreto que, al día de hoy, un solo dólar requiere alrededor de tres millones de bolívares para comprarlo. Para comparar, usemos algunos precios en supermercados populares un USA. Digamos que un Kg. de Detergente cuesta en esos sitios de descuento alrededor de $2,25. Un litro de aceite de maíz, cuesta unos $ 3,00 y 1 Kg. de papas 1,5 $. Al cambio eso significa 7,5 Millones; 6 Millones y 4,5 Millones, respectivamente. Ahora bien, usted dirá que el campesino que produce papas en los Andes o en Lara, no tiene costos en dólares, así que su producto no debe ser valorado en esa moneda. Error. Ese campesino debe comprar semillas, fertilizantes y plaguicidas...y los paga en dólares. Aún así, el precio de su producto, a boca de campo, no es tan caro. Pero luego hay que transportarlo y el costo del transporte multiplica por diez el precio del producto. Y luego hay que sumar las ganancias de los intermediarios hasta que llegue al mercado. ¿Se entiende? ¿Tiene remedio esa enfermedad de los precios? Si. Basta con eliminar los controles de cambio y de precios.

¿Cómo se detiene la inflación? La fórmula más rápida y efectiva es dolarizar la economía. El único argumento que he escuchado contra tal medida, es que el gobierno perdería su capacidad de manipular la política monetaria a través del Banco Central. Pero pienso que esto es precisamente lo que debería suceder: impedir que los gobiernos puedan manejar la política monetaria. ¿Qué eso nos deja a la merced de las fluctuaciones del precio de nuestro cuasi único producto de exportación, es decir, el petróleo? Si, muy cierto. Y eso obligaría a los gobiernos a enseriarse para diversificar la economía y volverla productiva. Por ese camino veníamos hasta que llegó "el comandante"...¡ y mandó a parar!