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Los militares de Venezuela deben remover a Maduro; por: Marco Rubio / @MarcoRubio

Nadie debería engañarse cuando el dictador venezolano Nicolás Maduro celebre una elección presidencial fraudulenta y trate de forzar la realización de elecciones legislativas ilegítimas para reemplazar a la Asamblea Nacional, electa democráticamente, el 22 de abril. Aunque Maduro, respaldado por Castro, y sus compinches quieren usar una votación fraudulenta para restaurar su legitimidad internacional, estas “elecciones” no serán libres ni justas y sí completamente manipuladas.

Maduro prácticamente ha impedido que cualquier opositor político creíble —incluidos sus rivales políticos más fuertes, Leopoldo López, María Corina Machado, Henrique Capriles y Antonio Ledezma— se le enfrente en las urnas.

El régimen vigilará la forma en que votan los empleados del gobierno y los que reciben alimentos subsidiados, con la clara amenaza de que perderían sus trabajos o su comida si no votan por Maduro.

Y el régimen no permitirá que supervisores internacionales, creíbles y transparentes, observen la votación, lo cual le permite alterar resultados desfavorables en las urnas, como hicieron en las elecciones ilegítimas de la Asamblea Constituyente en julio del 2017 y en las elecciones regionales de octubre del 2017.

En breve, sus “elecciones” fraudulentas no serán libres, justas ni transparentes por una sencilla razón: si lo fueran, Maduro perdería.

Maduro está perdiendo su control del poder. Su capacidad de robar la riqueza de su país y salpicar a su círculo íntimo de compinches y miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con dinero y otros beneficios especiales se está erosionando mientras Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de mentalidad similar siguen aumentando las sanciones.

Y mientras la economía venezolana se desploma y la crisis humanitaria empeora debido a la corrupción y la mala administración de Maduro, los venezolanos siguen sufriendo escasez de alimentos, medicinas y otros productos básicos bajo el gobierno del dictador.

Un nuevo estudio halló que el 90 por ciento de los 31 millones de venezolanos viven en la pobreza y que los ciudadanos perdieron, en promedio, casi 24 libras de peso el año pasado. Las enfermedades crónicas e infecciosas son comunes y los hospitales carecen de suministros adecuados para atender a los pacientes. La inflación es del 4,000 por ciento, y hasta los militares y los que eran leales a Maduro están desesperados por encontrar comida.

Aproximadamente 1.2 millones de refugiados han huido de la crisis en Venezuela hacia países vecinos en los dos años pasados. La mayor parte ha emigrado a Colombia y Brasil.

La posibilidad de que se reanuden alzamientos populares o protestas violentas en Venezuela en cualquier momento es palpable.

La escasez de alimentos y la hiperinflación también están enfureciendo a las ya desmoralizadas fuerzas armadas y a la policía, y llevando a más casos de insubordinación y a deserciones.

El pueblo venezolano y los soldados rasos pueden ser el mejor instrumento para poner fin a la dictadura y restaurar la democracia constitucional en Venezuela.

La historia nos recuerda que los déspotas rara vez ceden el poder dictatorial voluntariamente. La vía más estable y pacífica para Venezuela consiste en que un frente unido de militares y desafectos dentro del gobierno, con apoyo popular, saque del poder a Maduro y a su círculo.

A esa salida debe seguir un gobierno de transición. Mientras dé pasos hacia la restauración de la democracia constitucional, Estados Unidos y sus países aliados deben suministrar alimentos, medicinas y otra ayuda humanitaria al pueblo venezolano y un alivio rápido a la mal dirigida economía venezolana.

Mientras no haya un gobierno sin Maduro en Venezuela, Estados Unidos debe seguir llenando vacíos en las sanciones económicas actuales, considerar sanciones en el sector energético, cerrar todo acceso al sistema financiero norteamericano, y castigar a las instituciones financieras extranjeras y a otras entidades que estén ayudando a la dictadura a ganar más tiempo.

Maduro y su círculo íntimo, que buscan preservar su poder y enriquecerse, han destruido la democracia y la han reemplazado con la dictadura. Pero los militares venezolanos, con el apoyo popular, pueden poner fin a esta dictadura y restaurar la libertad, la dignidad y el derecho del pueblo a gobernarse. Si deciden hacerlo, creo que disfrutarán de un enorme apoyo de Estados Unidos y otros países libres.

 

 

Marco Rubio @marcorubio

Senador republicano por la Florida.