Los venezolanos atravesamos una realidad producto del fracaso de un modelo de gestión socialista que ha conducido al país al fracaso, marcado por una profunda crisis económica y social dura de superar, que demanda con urgencia la unión y la multiplicación de esfuerzos de todos los sectores representativos del país, para impulsar una alternativa de cambio que nos permita construir soluciones para aliviar el dolor que padece el pueblo venezolano, y activar cada señal de esperanza vigente en el sentimiento de los ciudadanos.

Todos ansiamos y esperamos el bien común, para lo cual debemos renovar la lucha democrática, sin ignorar los problemas, porque creemos que sí lo hacemos algo bueno sucederá para nuestra querida Venezuela que promete un futuro feliz para todas las familias. Recuperar la estabilidad económica y fortalecer las energías de una sociedad civil más justa para el desarrollo sano del País.

Debemos renovar la esperanza, sin caer en un optimismo ingenuo, pero no podemos continuar mirando al cielo sin tomar conciencia de los problemas que estamos viviendo, necesitamos accionar con el compromiso de construir una sociedad más justa y moderna.  

Son muchas las adversidades y las pruebas que nos agobian, pero tal vez la crisis de esperanza sea muy peligrosa por cuanto ésta acaba ahogando todos los anhelos de los venezolanos. Por ello debemos encontrar salidas y transcender ante las dificultades, y afrontar con éxito las situaciones difíciles que estamos viviendo.

“La historia de Israel es una historia abierta a la esperanza, que a veces rayaba en lo humanamente imposible y a pesar de todo nadie podrá decir que sus patriarcas y profetas hayan fracasado en su misión, ni que hayan quedado frustradas sus expectativas. Toda la historia del pueblo de Israel gira en torna a la esperanza de ver a Dios manifestándose a su pueblo.”

No debemos tirar la toalla, porque nuestras dificultades no serán eternas y lo que nos espera es una nueva Venezuela donde predominará la justicia, la paz y la esperanza.